Los investigadores tienen una función esencial en la actualidad. Su trabajo sirve para fomentar el desarrollo del conocimiento y el avance de la sociedad, de modo que se pueda mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, que ignoran la existencia de datos que inciden en su existencia de forma directa o indirecta.
Se ha divulgado un artículo en Estados Unidos en el que se analiza una curiosa anécdota relacionada con una investigación sobre los principales elementos que favorecen las enfermedades relacionadas con la actividad cardíaca, como indica El Confidencial. La Sugar Research Foundation, que es la actual Sugar Association, pagó a tres especialistas de Harvard una fortuna para que divulgaran un trabajo que señalase a las grasas saturadas como la principal causa de las enfermedades, no perjudicando a las entidades que obtienen beneficios con el comercio del azúcar.
El problema es que el informe fue financiado por una asociación defensora del azúcar. La entidad abonó una importante cantidad de dinero a los autores de un trabajo que ayudó a impulsar el sector industrial en el que desarrollaba sus actividades.
En la actualidad, no se pueden divulgar los resultados de una investigación sin indicar las fuentes de financiación. De esa manera se puede garantizar la transparencia necesaria para asegurar la objetividad y la imparcialidad de los estudios académicos, que pueden llegar a tener una importante influencia en el comportamiento de los agentes que intervienen en el mercado en diversos sentidos.
Desgraciadamente, no resulta extraño que los encargados de gestionar las grandes empresas presionen para conseguir que los bienes y servicios que ofertan ocupen una buena cuota del mercado. Las formas de alcanzar sus objetivos son diversas, pero pueden concentrarse, esencialmente en la aportación de premios.
No se puede evitar la influencia de los grandes empresarios en el mercado con sus mecanismos de presión, pero si se puede disminuir. Hay que buscar fortalecer el tránsito de información y fomentar la independencia de los investigadores.
En cualquier situación, los consumidores y usuarios tienen derecho a la información y a la seguridad en lo que a sus actividades y sus criterios de consumo se refiere. Estos dos elementos requieren datos objetivos aportados con imparcialidad absoluta por técnicos que controlan un ámbito científico concreto y que deben estar comprometidos con los demás.