Me gusta repetir que lo fundamental es la "memoria del futuro", todavía no afectado en buena medida, que puede escribirse con las pautas propias de un profundo conocimiento científico, todas las manos juntas. Memoria del pasado para saber que las grandes transformaciones nunca se hicieron por la fuerza de las armas sino por la fuerza de las ideas, de los ideales. Memoria para saber que la integración nunca se consigue por el interés y el dinero sino por el hilo conductor de la cultura, por el tejido denso de hebras distintas.
Saber para prever, prever para prevenir. Y cuando no se puede prevenir se puede aminorar el efecto si, de antemano, se han establecido los distintos escenarios posibles y las medidas a adoptar en cada uno de ellos. Para que los errores del pasado no se repitan tenemos que adoptar una actitud prospectiva. La memoria del futuro tiene en cuenta las lecciones del pasado, pero mira permanentemente hacia delante.
Podemos inventar el futuro,podemos hallar soluciones para los grandes retos. Si "imposibles de ayer son hoy posibles, de la misma forma somos capaces de conseguir que los imposibles de hoy sean realidad mañana.
Es necesario y apremiante atreverse a cambiar, a compartir, a llevar a efecto la gran transición desde súbditos a ciudadanos, de espectadores a actores, de una cultura de fuerza e imposición a una cultura de diálogo y conciliación.
Memoria del futuro. El pasado ya está escrito y debe describirse fidedignamente. Pero el por-venir está por-hacer. Y esta es nuestra gran oportunidad, nuestro deber, nuestra esperanza.