El otoño de la rosa

En pleno verano la rosa roja del Partido Socialista Obrero Español se está marchitando y personajes emblemáticos, en otros tiempos, del socialismo español están procurando cortarle las hojas instalados en sus cómodas posiciones actuales.
Si me producía pena ver y oír, en los últimos meses, a un sobrado Joaquín Leguina y a un renovado José Luis Corcuera, en zapatos de tafilete, colaborar con la Conferencia Episcopal, desde su ventana televisiva 13TV, e impartir "urbe et orbi" la esencia del pensamiento de la conveniencia; más recientemente me produjo vergüenza leer las declaraciones de Felipe González, el consejero giratorio de las eléctricas y el escritor de las cartas del Sudan, en el sentido de que el PSOE debería apoyar o posibilitar la candidatura de Mariano Rajoy a la presidencia del Gobierno.
El Partido Popular obtuvo en las últimas elecciones 137 escaños después de que le hayan apoyado el 33,03% de los votantes. Tengo serias dudas de que los 7.906.185 votos de la derecha española estén unanimamente de acuerdo en que la labor de Mariano Rajoy en las dos últimas legislaturas -tanto como Presidente del Gobierno como de Presidente del Partido Popular- haya sido la más adecuada y la más limpia democrática, ética y moralmente hablando.
Un Partido Popular cuya cúpula dirigente -no sus bases- en los últimos años (hoy dimitió por imputado, Daniel Ortiz, concejal y diputado por Madrid) sale a escándalo de corrupción diario (la mayoría de ellos aún en los tribunales y pendientes de juicio) está incapacitado éticamente para pilotar el Gobierno de un país como el nuestro..
El resto de los grupos políticos que apoyen una opción de gobierno de los Populares, mientras que no se produzca la regeneración ineludible, estarán colaborando con el mantenimiento de la impunidad frente al fraude social, el fraude político y la corrupción institucionalizada.
El Partido Socialista no puede apoyar ni facilitar -por mucho que insistan las viejas glorias del pensamiento renovado- la investidura de Mariano Rajoy. De hacerlo la rosa quedaría definitivamente marchita.



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