Artículo escrito para la revista que cada año publica ASETRA con motivo de la festividad de San Cristóbal, patrono de los transportistas y que celebrarán su tradicional fiesta el próximo sábado, día 9.
En las dos pasadas campañas --y larguísimas precampañas-- electorales estuve buscando con interés alguna referencia por parte de los 'ponentes' a los problemas, necesidades y reivindicaciones de un sector esencial para la vertebración económica y el funcionamiento mismo del modelo de sociedad en la que vivimos: El Transporte por carretera. ¿Saben lo que encontré? Ni papa, oiga. Ni una migayina.
Y mira que hay. Además del tercer carril, los accesos a la Zalia o la Autopista del Mar de Gijón que Mariano se llevó pa Vigo, que asomaron un poco la patuca en campaña, está el aumento de los robos en transportes --por desgracia, un blanco fácil cuando se dan determinadas circunstancias--, o la costumbre generalizada de aprovechar el mantra de la crisis para --tenga el cliente tesorería o no-- dilatar los pagos, en ocasiones hasta parecer aquello de 'treinta, sesenta y no vengas'--. Y, de mano, para presionar y presionar descuentos en tarifa que ponen al límite de la rentabilidad, o lo superan por abajo, en la operación comercial.
Luego está lo de una Europa convulsa, en la que hay una vuelta de los estados a un proteccionismo nada compatible con la libertad de tráficos y negocio que inspira y fundamenta el espíritu de la UE. Ahí están casos como el de Francia, que a nuestros transportistas, que ya regresan con el viento de cara por una legislación que complica por su rigidez el descanso semanal del conductor, todavía se lo ponen más jodido.
Y vendrán más problemas si Bruselas decide liberalizar el acceso al mercado, como está anunciado.
Pero, bueno, los problemas del sector sobradamente los conocéis vosotros. Yo quería más bien decir lo que pienso. Que, ya no en campaña sino todo el año, no va a quedar otro remedio al Transporte que ser proactivo, uséase beligerante, en defensa de unos intereses que, al final, lo son de todos nosotros. Con el mazo dando, y todo eso. Y que sepáis que, cada vez que digáis eso tan popular de ¿qué hay de lo mío? este que os saluda y muchos más diremos alto y claro que lo vuestro también es lo nuestro.
Así que, feliz San Cristóbal y mucha fuerza, que de vosotros dependen --en un sentido nada figurado y sí muy real-- la comida, la ropa y hasta el ocio de quien se lo pueda costear.