Inmediatamente después de conocerse los resultados de las elecciones, los políticos explican por qué todos ellos han ganado y los comentaristas comienzan con sus análisis de urgencia. Cuando, además, no se sabe quien va a ser el Presidente del Gobierno, las especulaciones de pactos, componendas, compromisos y demás artilugios para alcanzar el poder se disparan. Y la verdad es que-al menos a mi-me resulta muy cansino, porque encontrar análisis objetivos, esto es, que no sean fruto de fobias, filias o intereses variados, se me antoja, a la vista de lo que veo, bastante complicado.
Perdiendo menos, pero perdiendo diputados, el PSOE salva los muebles. El PP gana. Entre ambos tienen mayoría absoluta en el Parlamento. De momento el Sistema (PPPSOE) sigue controlando la escena. Podemos pierde y se demuestra que llego a su techo con tendencia a la baja. Ciudadanos no consigue las expectativas marcadas y sobre todo a raíz de pedir la exclusión del Sr., Rajoy y pierde glamour, con lo que, guste o disguste, su tendencia es decreciente hasta no se donde.
No hay más solución que un pacto PP-PSOE o nuevas elecciones. El pacto puede ser expreso o tácito. Puede consistir en una simple abstención. Es decir: el pacto se pacta de palabra y se instrumenta en el modo y manera que cause menos perjuicio. ¿por qué ese pacto? Por varias razones. Porque lo impone la UE. Al no tener el control de la soberanía monetaria, la capacidad de presión de la UE es inmensa. Recordemos el tremendo espectáculo de Grecia con su referéndum y demás.
Lo malo de los pactos es que no son ni buenos ni malos en si mismos. Depende de lo pactado. Y la desgracia es que suelen incluir cosas contradictorias y por eso duran demasiado. Y aquí se necesita una legislatura estable.