Es frecuente que siempre que se celebra un partido importante o de rivalidad - especialmente en el mundo del fútbol, pero no en exclusiva - uno se encuentra en el bar con la llamada “Porra”, con el correspondiente premio, y las casillas donde estampa el posible resultado – de momento actividad no sujeta a tributación- . Así, mi amigo Tino, del Madrid de siempre, a raíz del partido Barcelona-Madrid, se llevó la porra y sus amigos pudimos saborear unos buenos espárragos trigueros y un exquisito jamón de Tineo.
Si siempre los españoles hemos recurrido al azar, a las cartas, al dominó, a la lotería, a las quinielas, al cupón de la Once, a los dados o al cara o cruz para mejorar y alegrar nuestra vida, con más motivos en estos tiempos que vivimos donde el margen para la esperanza es escaso, pues son muchas las familias que las están pasando canutas, mientras que unos pocos, con mucho, se las ingenian para eludir sus obligaciones fiscales. ¡Qué lejos queda eso de predicar con el ejemplo!
Esta costumbre del juego, del azar, de cifrarlo todo a la improvisación e ingenio de nuestra raza explica que la actividad científica, nuestro I+D+i, no goce de buena salud y que sea difícil hacer predicciones -por más encuestas estimuladoras que se cocinen- en el campo de la política, donde las circunstancias son riguroso tribunal que ejecuta y mutila a quien se encuentra, y es esa dificultad la que ha hecho que mi amigo Andrés, con sus compañeros de oficina, ocho en total, se hayan planteado una porra que consiste en saber si el próximo 2 de mayo, día que Madrid recuerda los fusilamientos de la época napoleónica, tendremos de nuevo Gobierno o si los españoles tendremos que ir a votar, de nuevo, como si fuera una segunda vuelta tardía, 189 días después de las primeras votaciones. Cinco han votado que habrá nuevas elecciones y tres que tendremos Gobierno. ¿Quién acertará? No hace mucho un periódico provincial preguntaba sobre esto a personas relevantes de la vida regional, algunos de ellos con experiencia política, y he aquí la sorpresa, y es que todos los que habían tenido o tienen actividad política coinciden en decir que hasta el último momento todo es posible, o sea que todo es toro desde la cabeza al rabo, véase el caso de Artur Mas.
Llegado a este punto, quien les escribe, no va a hacer de augur, de adivino, y va a expresar su deseo y es que si se vota se va a dar la paradoja que lo que no querían los partidos de la estabilidad, del poder, de la alternancia, de las mayorías absolutas, o sea, votar - ¿para cuándo la nueva ley electoral? - , tendrá que hacerse y dará la oportunidad a los votantes de castigar o premiar con su voto, después de un teatrillo de casi ciento noventa días, donde cada fuerza política dejó huellas, restos, intenciones, ambiciones. Este desencuentro personal, este desaguisado permitirá que los votantes castiguen a los que han convertido a la política en publicidad, despreciado a los españoles al no saber representarlos con la dignidad y el respeto que se merecen y servirse del engaño con arma de trabajo, más allá de si usan corbata, pajarita o no…¡Con lo que nos costó aprender a hacer el nudo de corbata!
Es preferible que uno decida y no que le decidan en despachos o comidas de negocios, y esto es lo que halló de nuevo, de interesante, en esta situación política tan delicada y en una época donde las enormes dificultades que nos invaden exigen mucho sentido común y patriótico, o sea mucha responsabilidad y trabajo. No necesitamos campaña electoral después de casi ciento noventa días de la misma. Ahora a votar y recuerden que no estamos para viajes a la locura – la deuda pública llega al 100% del PIB- y el norte de África puede ser un nuevo foco del conflicto y de ello se habla poco, por no decir, nada.
Para concluir este escrito quiero recordar unas palabra de Frand Ruddy, republicano, vicepresidente de la misión de la ONU en viada al Sáhara Occidental, al decir que: “La libertad y la justicia no son patrimonio de nadie y que el supuesto pragmatismo no debería acabar con la verdadera razón de la política, que es la de solucionar los problemas de la gente y de los pueblos…”. No hace mucho un antiguo ministro decía que España no necesitaba políticos de laboratorio, sino personas responsables, curtidas, honestas, que hayan pasado necesidades y sepan lo que es una cama plegable o compartir un piso con derecho a cocina. Quizás por eso algunos no se presentaron como marca propia a las municipales de 2.015. Tienen miedo a la realidad y si no que se lo pregunten al alcalde de Cádiz.