Hay días en que uno quisiera escribir de otras cosas, de otros temas, pero no puede, pues no sería fiel a mi conciencia al negar que la realidad, la multitud, las sirenas, las notas del órgano, la palabra, el aire que respiramos se impregna de dolor, muerte, consecuencia de un deber y de una generosidad. Yo quiero, como decía Neruda, “que obedezca la página a la vida”, aunque cueste, y es que la muerte de Eloy no ha dejado a nadie impasible y ha sido y es la nota trágica de estos días. Hoy, sábado, 9 de abril, las sirenas y los bomberos no participaban en ninguna simulación, ningún ejercicio táctico. La cosa era más seria. Tristes y abatidos decían adiós a un compañero, a un amigo. Era su homenaje y a él nos hemos sumado muchos vecinos del concejo y personas venidas de muchos lugares de Asturias y de otras tierras de España. Hoy nuevamente descubrimos que nuestras fantasías de niño eran sólo eso, fantasías, trajes, botas, yelmos, hachas. Hoy comprobamos con pesar que la vida va en serio, y que los éxitos televisivos del bombero Sam, ídolo de los más pequeños, no siempre se dan en la vida.
Hay días que le hacen ver a uno lo pronto que se pasa de la vida a la muerte, y reparas que hay profesiones que en su combate perseverante y diario con la dificultad, con el problema, sin importar riesgo y vida, no siempre salen victoriosos , no siempre triunfan, a veces, por desgracia, como es el caso, dejan víctimas y todo por cumplir esa vocación de servicio público a la que Eloy estaba llamado para dar la seguridad y tranquilidad que todos deseamos y pedimos. Días como hoy, dentro de ese dolor inmenso que nos atenaza a todos y muy especialmente a su familia, se habla del deber cumplido, aunque a un alto precio, el de su vida, y eso es algo que nosotros, sus vecinos, siempre agradeceremos.
No hace mucho un amigo me decía que no hay mejor patriota que el que cumple sus obligaciones diarias con esmero, entrega, eficacia, aunque, desgraciadamente, a veces, como en el caso de Eloy, tenga un alto coste: su vida. ¿Habrá mayor ejemplo de generosidad, de esa generosidad de la que tan necesitados estamos?
Ante la muerte y más cuando es imprevista, cabe el silencio o la oración, aunque sea herida, la plegaria convertida en palabra, leída por don Sergio, párroco de San Pedro, y escrita para la ocasión por el sr. Obispo Don Jesús Sanz Montes, que no ha podido oficiar este funeral como hubiera querido. Oración que habla de pesar, de comprensión, de ayuda, de solidaridad para su familia y de reconocimiento y agradecimiento hacia el Cuerpo de Bomberos y demás Fuerzas de Seguridad por la importante labor que realizan
Y es que al final, como dice el poeta, sólo nos queda la Palabra, la fuerza de la Palabra, que convertida en Oración herida, desde ese dolor desgarrador ante acontecimientos que desbordan, busca la luz, el sendero, el estímulo, el empuje, la ayuda y es que como decía el Padre Pío (San Pío Pietrelcina): Todo lo que sube a Dios con la Oración, baja a la tierra como bendición; reza con fe, Jesús escucha tu Oración”, aunque sea herida, llena de dolor y sufrimiento.
Hoy, Eloy, la zona centro neoyorquina tuvo sede en Pola de Siero, donde nos concentramos multitud de personas que queríamos testimoniar con nuestra presencia el homenaje y agradecimiento que te mereces. ¡Muchas gracias por todo y permíteme que recuerde que muchos vecinos de Siero, si hoy nadan con perfección y seguros, entre ellos mis hijos, en algo o en mucho te lo debemos a ti, su monitor!
¡Qué Dios te tenga en la Gloria!