Andaba yo de mañana, aún con la mecha de les faroles de Oviedo sin prender, subiendo la Avenida de El Cristo, allá hacia Julián Clavería --¡Ay! qué arribona está--, cuando veo a un ciudadano hacer aspavientos y gestos de sustu y horror, casi tirándose a la carretera y cual si hubiese visto varios monstruos de película, o un alienígina espectacularmente feu. Dado que en la acera antedicha sólo estábamos él y yo, y no a la misma par, deduje que, o había visto una rata de dos metros o el prójimo estaba alucinando, lo que, dado lo atildado de su vestimenta y porte, tampoco me parecía acertado. Dejé, así, que él siguiese bajando, con aquella cara de sustu, y yo, mientras subía, eché la vista al lugar de autos, como diría el forense.
Y ahí veo un puercu espín jovezucu, casi ni el quilín pesaría --y téngo visto de dos quilos--, andando y focicando con la bolina negra enquieta y curiosa y les patines tira que te tira, a buena marcha pegadín a la paré. Mientres el paisanu bajaba despavoridu, arrimé al 'erizu' que, lejos de hacése una bola, miróme sin desconfianza y dejó que lu saludara, intimando sobre la marcha, como ustedes comprenderán.
Pensando en la caleyona que tenía delante el animalín, llena de autobuses, coches, animales de dos pates, etc., hice de 'chofer' hasta unos praos arriba, a ver si tién suerte el prubín y llega a la altura de los depósitos de agua, pa embocar zona verde segura, o más o menos segura.
¿De dónde venía? ¿Qué generaciones de perrucoespinos llevarán siguiendo la misma ruta? Lo que buscaba, téngolo claro: Dónde establecese y una compañía, a ser posible. Ojalá lo encuentre.
Yo, al ver un puercu espín en medio del asfaltu, sentí un alegrón, pensando que igual no está todo perdido. Pero no l@s voy a engañar: fui al tayu pensando que el 'gochuspín', con toda la incierta suerte que tenía delante, era --espero que lo siga siendo-- mucho más libre que yo.