Miguel Hernández en “Viento de Pueblo”, “El niño yuntero”
Cada día, al levantarnos, debemos pensar en la mirada de esos niños refugiados y migrantes en los que estamos plantando semillas de animadversión y odio. Cada amanecer, sentir la herida de los miles de seres humanos que morirán hoy de hambre y desamparo. Homicidio oculto, que los medios de comunicación no nos manifiestan como deberían. Aunque no lo parezca por las noticias, tan discriminatorias y desproporcionadas, toda vida vale lo mismo y toda muerte vale también lo mismo.
Cuando tengamos presentes a todos los niños hambrientos "como una grandiosa espina” empezaremos a actuar de tal modo que se produzcan los cambios radicales que son inaplazables. Y dejaremos de vivir con el inmenso peso en la conciencia de consentir que se inviertan todos los días miles de millones de dólares en gastos militares y armas… y que menos de un centenar de personas tenga una riqueza mayor que la de la mitad de la humanidad… Con-vivir, com-partir!...
Cuando sean muchos los que dediquen unos momentos a pensar… y a sentir “la grandiosa herida”, el clamor popular será irresistible.