Para rematar la última legislatura y con el fin de dejarlo "todo atado y bien atado" el Gobierno del Partido Popular presidido por Mariano Rajoy aprobó -gracias a la mayoría absoluta parlamentaria de la que disfrutaba- los presupuestos del Estado para este año 2.016. Unos presupuestos que en su momento -finales de año pasado- a nadie contentaron y que se intuían con trampa. Eran, y lo siguen siendo, como la manzana verde del paraíso, pero con gusano dentro.
Nos hablan los datos objetivos que la renuncia a las herencias se incrementaron en España un 210% en los años de la crisis, concretamente entre los años 2.007 y 2.014. Los mismos datos nos dicen que las Comunidades Autónomas con tributos más altos sobre las sucesiones (Asturias, Murcia y Andalucía) fueron en las que más se rechazaron los legados hereditarios por la dificultad en poder asumirlos.
Dicho esto, y volviendo al punto primero, lo que hizo el Partido Popular con los presupuestos tendría dos salidas según los resultados que deparasen las urnas en las elecciones generales del pasado 20 de Diciembre. Primera salida, de haber ganado nuevamente el PP, volver a subir impuestos y nuevos recortes puesto que, al descubrirse el gusano de la manzana, Bruselas y la troika pasarían a marcar el paso de un Gobierno, sumiso y sin iniciativa propia, como ya ocurrió en la legislatura anterior. Segunda salida, que los votos obtenidos por el Partido Popular no fueran los suficientes (como ocurrió) para poder formar Gobierno, y que el próximo ejecutivo -lo forme quien lo forme- tenga que aceptar sí o sí la manzana presupuestaria con el gusano cargado con 24.000 millones de euros de desviación negativa.
Es decir, una herencia tan difícil de aceptar como de asumir y gestionar sin el consiguiente rechazo de una ciudadanía ya muy castigada.
El populísmo electoralista del Partido Popular de Mariano Rajoy y su banda, conCristóbal Montoro en primera línea, llegó al punto del "no va más". España iba "tan bien, tan bien" según su propaganda, que hasta incluso tenemos, entre todos los españoles, que poner una nueva derrama económica y social para poder aceptar la herencia de una mala gestión plagada de mentiras.