¡Hala, Oviedo!

 

Malo cuando en un club de fútbol los jugadores se cargan al entrenador y es lo que sorpresivamente, aunque algo se cocía en los últimos tiempos, acaba de ocurrir en el Real Oviedo. Sergio Egea, todo un señor, se ha despedido al no sentirse apoyado por la propiedad del equipo ante la rebelión y el desplante de parte de la plantilla. Me sorprende el silencio del consejo de administración, Fernando Corro, Paredes, Jorge Menéndez Vallina, así como del emblema del oviedismo, Cervero, quien por el momento no han dicho ni pío. Si el capitán Esteban no hubiera estado recuperándose en el HUCA en la mañana de ayer a lo mejor no hubiera ocurrido tan lamentable situación.

A unos pocos días de celebrar el 90 aniversario del club el Real Oviedo, que lo tenía todo magníficamente encarado para ascender esta temporada a primera división, se encuentra ahora en una tesitura de crisis y desorientación que lo pone muy difícil al entrenador que de aquí a fin de temporada conduzca al club al ascenso. Si en mi mano estuviera ficharía al asturiano Paco, antiguo entrenador del Caudal y del Racing de Santander, persona seria y trabajadora como Sergio Egea y actualmente en el paro.

Arturo Elías, yerno de Carlos Slim, tiene que darse cuenta que hay que dar un giro a la dirección de la nave oviedista y, por tanto, no estaría de más renovar al cien por cien al consejo de administración, papel mojado que es, y a Joaquín del Olmo y a Carmelo del Pozo. Lo cierto es que el Real Oviedo sin problemas económicos al estar en manos su mayoría de una de las personas más ricas del mundo, con una afición numerosa e incondicional, tiene una estructura interna y externa de equipo de primera división y hasta se permite el lujo de tener estos días a una delegación del club haciendo patria por China. Con un inequívoco apoyo en las redes sociales y multitud de accionistas minoritarios o testimoniales, la potencialidad de nuestro histórico club es evidente por lo que debe ser aprovechada a fondo. Si Arturo Elías mantiene su visita a nuestra ciudad para participar en la fiesta de los 90 años a celebrar dentro de unos días debería de aprovechar para poner orden en la casa azul y cantar las cuarenta a una plantilla que está siendo tratada con exquisito tacto pero que, por el contrario, al menos parte de ella no ha sabido corresponder a lo que el club demanda de ellos, que jueguen y se sacrifiquen por los colores oviedistas. Por tanto no puedo terminar el comentario más que con dos sentidas palabras: ¡Hala, Oviedo!.



Dejar un comentario

captcha