Conocí al doctor Luís Fernández-Vega allá por la década de los 80, en el pasado siglo, con motivo de un congreso de gran relieve científico, creo recordar que sobre otorrinolaringología y patología cérvico facial, para ayudar en cuya comunicación tuvo a bien confiar en mis servicios profesionales. Siendo, como es, hombre de asturiana campechanía y cercano en su trato tanto social como personal, surgió una buena relación que, salpimentada por ulteriores coincidencias en distintos ámbitos y quehaceres, se mantuvo hasta la actualidad.
Y digo que conocí entonces al doctor, aunque de la familia ya tenía sobradas y muy elogiosas referencias, en parte por mi familia política, en parte por otras personas, en las que se destacaba la sensibilidad demostrada como norma de conducta para quienes, precisando una intervención decisiva para su calidad de vida, carecían sin embargo de los medios para ello, lo que no fue obstáculo para que recibiesen toda y la mejor atención que precisaban.
De esos valores familiares, y de los suyos propios, es preclaro exponente Luis Fernández-Vega. Así es que, creyendo no desvelar ningún secreto, y aunque los miembros del jurado del premio Vivir Oviedo estamos, eso, juramentados para no desvelar el desarrollo de los debates previos a la decisión final, reconozco ante los lectores que al proponerse su candidatura me sentí absolutamente parcial y partidario. Por injusto que suene, descarté cualquiera otra presentada, aunque es verdad que, como en cada edición, son muchos los méritos que acumulan los propuestos.
Aún así, ¿fue esa la única, aunque poderosa, razón? No. Luis Fernández-Vega es la cabeza visible de una saga que durante más de 125 años y cinco generaciones han ejercido, y ejercen, la oftalmología. Ha conseguido que Oviedo y Asturias sean referente mundial en el campo de la Oftalmología un prestigio que se materializa en los mas de 60000 pacientes que acuden anualmente de todo el orbe a su clínica en Oviedo, entre ellos personalidades de relieve internacional que, tantas veces, sorprenden a taxistas, hosteleros y hoteleros, por lo lejano de sus destinos y lo distinto de sus culturas.
Según el estudio que sobre el impacto económico del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega realizo un equipo multidisciplinar de la Universidad de Oviedo dirigido por los catedráticos Rodolfo Gutiérrez y Rigoberto García, se pone de manifiesto que además de los 600 empleos entre directos e inducidos que genera, en Asturias los pacientes del IOFV de fuera de Asturias gastan más de siete millones de euros en hoteles y restaurantes durante su estancia en la región, a lo que hay que sumar los 3,8 millones en transportes y los 2,7 en compras y actividades de ocio.
Se puede afirmar también que el 10% de las pernoctaciones hoteleras ovetenses derivan directamente de esos pacientes – creo que hay un importante efecto inducido como es asociar Asturias a una practica, medica en este caso, de excelencia que contribuye, junto a otras, a situar la imagen de nuestra comunidad en posiciones relevantes con todo lo que ello supone.
Y, no menos importante, es que de esos 60000 pacientes que visitan Oviedo todos los años, uno de cada cinco se manifiesta dispuesto a volver de vacaciones al Principado.
Me refería, al principio, a esa marcada vocación social de la familia. Pues bien, Luis Fernández-Vega ha demostrado también su compromiso con los mas desfavorecidos, viajando a países como Camboya o Angola donde ha practicado desinteresadamente diagnóstico y cirugía oftalmológica con enfermos de esos países
¿Quieren más motivos para merecer el Ovetense del Año? Quizá, el de ser, en cierta forma, nosotros, el jurado, solidarios con el premiado. Por muchos años, y que todos lo veamos.
(Artículo para la revista 'Vivir Oviedo'