Los pichones del Partido Popular

Mariano Rajoy acudió a la sede de uno de los boletines oficiales del Partido Popular, el periódico "La Razón" (que dirige desde las tertulias televisivas ,de manera tan objetiva como rentable, el exprestigioso expolítico contrahumanistaFrancisco Marhuenda), al día siguiente -casualidad- de que el Partido Socialista y Ciudadanos hayan firmado un primer acuerdo de gobierno.
Coincidiendo en la fecha, la exalcaldesa de Valencia y ahora senadora, Rita Barberá, daba una rueda de prensa para decir lo inocente que era -en referencia a las acusaciones que se le van aproximando- y que no pensaba dimitir bajo ningún concepto a pesar de las ansias irrefrenables de la izquierda. Rita Barberá estaba -en la rueda de prensa- más sola que la una sin coro ni peña de correligionarios del Partido. Su intervención, manteniendo las distancias, me pareció tan sincera como la que en su día ofreció el exhonorable Jordi Pujol -en relación a sus millonarias cuentas en Andorra- en el Parlamento catalán.
Por el contrario, Mariano Rajoy llevó al foro de "La Razón" -para regocijo deMarhuenda- una buena parte de los pichones (como diría el portavoz del Partido Popular en el Congreso, Rafael Hernando) de su palomar. Quien declinó la propuesta del Jefe del Estado, Felipe VI, para intentar formar gobierno; quien lleva dos meses, sin éxito de audiencia, tratando de suplicar un gobierno (que él presidiría) junto a Socialistas y Ciudadanos; quien en todo este tiempo después de la elecciones no fue capaz de hacer una sola propuesta que obtuviera el apoyo de alguien...calificó de sainete la firma del acuerdo de ayer y le niega cualquier apoyo por su parte y la de su grupo en la próxima sesión de investidura.
En el fondo, los dos intervinientes de ayer -Barberá en Valencia y Rajoy en la sucursal de Génova, la sede de "La Razón"- tienen en común el que sobre sus cabezas se tambalea el peso de la corrupción y ambos, por muchos palomos y pichones que momentaneamente les arrullen, solo tienen una salida: admitir sus responsabilidades políticas (y otras que hubiere) y dar paso a otra generación que regenere definitivamente al Partido Popular.
Cuanto más tarde se den cuenta de la situación, peor. 



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