Vísperas de regeneración

Vísperas de San Valentin, santo de los enamorados, y Mariano Rajoy -que desde las elecciones generales no para de pedir los favores del líder socialista para hacer un "ménage a trois" político con el también líder de Ciudadanos, Albert Rivera- va y le hace un desplante protocolario y fotográfico a Pedro Sánchez en la reunión que ambos habían concertado. Mariano prefirió abrocharse la chaqueta antes que apretar la dulce mano de Pedro que, tendida, quedó inmortalizada ante las cámaras sin correspondencia y sin amor.
No quedó ahí la cosa. Si lo de la mano tendida y despreciada ocurría antes de sentarse a la reunión, una vez en ella, en la escena del sofá o, en este caso, de los sillones, volvió a repetirse una situación parecida. Con un Pedro Sánchezsonriente bajo las estrellas de la bandera europea intentando que todo pareciese democraticamente normal, se pudo observar a Mariano Rajoy con gesto despectivo mirando hacia su derecha y con la enseña nacional a sus espaldas. Ni un mínimo gesto de acercamiento entre ambos.
Dijeron después a los periodistas que se habían dado la mano en la intimidad y casi ninguno, ni ellos mismos, se lo creyó. Si en las vísperas de San Valentin casi no hablaron no creo que ya sea posible un acuerdo ni contando con Albert Rivera en el papel de celestina. Casi mejor. Puesto que ni se dieron la mano ni se metieron mano -que ya puestos cabía la posibilidad- solo queda confiar en que el desencuentro haya propiciado las vísperas de la inaplazable regeneración. 
No obstante, al registrador le sigue faltando cintura política. Y ya no le queda tiempo para corregir.



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