De mañana, séase temprano abondo, crúzome con un gatín, azabache de capa, a terciu de pesu y con rabu, la verdá, no muy gurdu. Él cruza que te cruza todos aquellos edificios y carreteres de El Cristo, con suma cautela y mayor recelu. Hecha que es mi vida circunstante, vuelvo, torno diria yo, a los aconteceres cotidianos, y ahí está el gatuquín --no confundir con el Gatueperio, de Miguel de Mora, creo recordar-- vuelta que vuelta, quién sabe de sí andar a gates o de comer daqué cosa que encontró entre la Parroquia ya muda de campanariu y el solarón del HUCA ya edificios colindantes.
Mirándome como me mira, co les calles sin poner de mañana, y con elles sin barrer pola tarde, acabo viéndolu cual amigo de paisaje y circunstancia.
Así fue que, provisto yo de esa moderna fiambrera de obra otrora convertida en bolsuca de tienda de moda, pa que no se vea el (triste) sangüis de media mañana, y habiéndome sobrado unos restos, tiré al jitu un trocín de pan moju en salazón.
¡Qué cara! ¡Qué mirar! Bien de lejos, eh? Que no, tío, que no.
Y sólo se me ocurre pensar que ¿cuántes patades llevará? ¿Cuántos disgustos en el llombín?
No me extraña. Yo llevo desde entonces, no todos los días,. un arenque en la faltriquera. Pa ofrecéilo y no mirar atrás.
Si un día lu come, yo feliz.
Si no, pienso en lo que libre anda --y ,.en parte, espero que sea feliz-- pa qué los voy a engañar a vosotros/ustedes: Envidio-Lu
A mí, que quieren que diga, házseme --se me hace-- algo así como un cómplice. Él anda a su historia y yo a la mía. Probe gatu! Cuantos palos llevaría pa tanto desconfiar. Espero que si algo hacen en el solarón del helipuerto no sea pisos sin continuidá y, pa lo que va vivir el félix, si no lu atropella un coche, y dejen la yerba en paz. Esti lunes, lo dicho, voy a llevar una sardina salona. ¡Como si fuese Navidá!. Total, pa cuatro días....