Un texto teatral de Cándido Sánchez Gutiérrez da título a este artículo y recrea el ansia, el deseo que teníamos todos los niños de la postguerra española (años 50 y principios de los 60) de que los Reyes Magos nos trajeran ese “balón de reglamento” que con sus cosidos marcaba nuestras frentes siempre que rematábamos de cabeza.¡ Era el regalo perfecto, no todos lo conseguían!
Esos deseos de niño perduran en la mayoría de los adultos- niños con más años, vivencias y achaques - y siempre que llega Reyes, quien más , quien menos, espera “un regalo de la Naturaleza”, llámese libro, colonia, corbata, pañuelo …, y es en ese campo de los deseos donde quiero ahora introducirme y compartir con vosotros mis preocupaciones.
He procurado que la alegría de la Navidad no me la empañasen las pasadas elecciones del 20 de diciembre, ni los ajetreos políticos posteriores, pero ya enturronados e impregnados del cava asturiano y ante el año en cierne es el momento de hacer algún comentario, de sacar alguna que otra reflexión, ya que a día de hoy aún no sabemos quién nos gobernará y si esto siempre es grave, más aún en una coyuntura económica internacional tan cambiante y sometida a unas bajadas de Bolsa alarmantes.
Esas elecciones nos dijeron que la economía no basta y que la confianza no se gana con los números, algo ya conocido desde las generales del 2004. Es obligación del gobernante ganarse la confianza de los ciudadanos. ¿Cómo? Los manuales al uso son de todos conocidos, sólo es necesario que se apliquen y que la sociedad y la política vayan en el mismo tren y no en vagones distintos. Esas elecciones también han puesto en peligro de extinción el clásico bipartidismo, ya que las fuerzas emergentes han obtenido un buen resultado, mejor Podemos que Ciudadanos, y van a decidir el destino de España y esto, guste o no guste, es lo que ha votado el pueblo español. A partir de aquí de poco sirven los lamentos, las disculpas. Esto se sabía. Estaba anunciado y nadie lo ha querido evitar, que se podía. Han preferido que se derrumbe la casa antes que apuntalarla. ¿Con cuatro millones de parados y un millón y medio de jóvenes que votan por primera vez y saben que su futuro se llama empleo miseria, paro o emigración que se podía esperar?
Se dice que determinados periódicos deportivos mueven el banquillo de entrenadores y si no que se lo pregunten al Madrid, y lo mismo hacen algunas cadenas televisivas, que a base de debates han movilizado a los dudosos, a los indecisos y han elevado la participación para juzgar y decidir de una vez por todas nuestro destino – con un 73,2% de participación, o sea 25.350.447 votantes, 484.000 más que en 2011- y este destino no es otro que entenderse, regenerarse y ofrecer una nueva ley electoral donde el voto de un vecino de Girona tenga el mismo valor que el de uno de Gijón, y siempre con un principio básico: Proteger España y a los españoles.
La víspera y el mismo día de Reyes se han consumido casi 29 millones de roscones, y a mí, en el trozo que me tocó, encontré un papelito plastificado que pedía que los políticos de España estuvieran a la altura de las circunstancias. Algo que se puede conseguir si todo cargo público (concejal, diputado, senador, ministro…) considera un privilegio representar a sus vecinos y como tal se comporta y si está en la esencia de su conducta hacer lo posible o lo imposible para mejorar las condiciones de vida de todos, ya que como decía el abuelo de un amigo mío: “Lo difícil se hace, lo imposible se intenta”.
Para concluir estas letras permitidme que lance al aire una pregunta que me angustia desde hace unos días y cuya respuesta no encuentro ¿Cómo es posible que en ocho años, del 2007 al 2015 la recaudación del Principado de Asturias en el impuesto de sociedades baje de 610 millones de euros en el 2007 a 90 millones de euros en la actualidad?