Inicio este apasionante 2016 que acabamos de inaugurar viendo en la Primera el concierto de la Orquesta de Viena y cogiendo ánimo con el cierre del mismo, "La marcha Radetzky" que en 1848 compuso Johann Strauss padre.
Pero música aparte a los ciudadanos de este país nos toca encarar situaciones nada fáciles aunque no sea lo mismo residir en Madrid, Valencia o Sevilla que en el Principado, cola de las autonomías en la mayoría de los parámetros socio económicos con unos niveles de crecimiento verdaderamente preocupantes y con una economía, no nos engañemos, basada en las pensiones.
El discurso de fin de año del presidente de Asturias Javier Fernández ha sido, como el de los demás políticos, cargado de buenas intenciones mientras su mano derecha, la consejera de Hacienda Dolores Carcedo, busca como aplicar de la mejor manera posible la prórroga presupuestaria a que nos han abocado la derecha PP y Foro- y parte de la izquierda Podemos-. Pero el panorama político está pero que muy complicado en otros frentes.
Para empezar el domingo sabremos si por fin el desastroso Arthur Mas será investido presidente de la Generalitat para lo que necesita el apoyo del grupo anticapitalista tiene bemoles su autocalificación- CUP. Si estos representantes radicales no le dan su apoyo a través de sus diez diputados Cataluña se verá abocada sin remedio a unas nuevas elecciones autonómicas.
A nivel estatal, una vez que Mariano Rajoy ha cargado pilas en SanXenxo con buen albariño, espero, todos estamos expectantes por la formación, primero el próximo día 13 de la mesa del Congreso, y luego con la formación de un nuevo gobierno. Contra lo que pudiera pensarse no es en el seno del Partido Popular sino en el del Partido Socialista Obrero Español donde las aguas están más revueltas con un importante cuestionamiento del liderazgo de Pedro Sánchez por parte de varios barones con la andaluza Susana Díaz a la cabeza, acompañada, por cierto, por el propio Javier Fernández.
Cuándo hay que celebrar el congreso ha sido el detonante de las desavenencias aunque la razón de fondo está en los malos resultados logrados por el partido socialista el pasado 20 de diciembre. Pero Sánchez y su equipo quieren que se retrase el congreso a primavera mientras los otros exigen que se cumplan los estatutos y el citado congreso se celebre en febrero. La verdad es que sobre este tema me inclino por dar la razón a Pedro Sánchez porque no parece de recibo embarcarse en un congreso coincidiendo con la negociación para que en España se constituya nuevo gobierno. Total, retrasar el mismo tres o cuatro meses no me parece una tragedia.
Luego tenemos al nuevo gobierno y quién lo va a liderar. Seamos claros. Para que gobierne la lista más votada, la del PP, y Mariano Rajoy sea de nuevo presidente, como dicen los críticos a Pedro Sánchez, solo hay un camino: Que los diputados socialistas se abstengan dando por descontado que no hay nivel de miras en nuestros políticos para formar una gran coalición de los dos partidos más votados y así, como afirman los cronistas cursis, salvar España. Pedro Sánchez aspira a presidente, buena tapadera para tapar su fracaso electoral, pero echarse en manos de Podemos y de Pablo Iglesias me parece todo un suicidio algo que viene advirtiendo Susana Díaz que es, de verdad, el mejor valor del socialismo posicionado para gobernar España en un futuro no muy lejano.
El problema está que en que antes y después de las elecciones Pedro Sánchez ha venido rechazando la posibilidad de que Mariano Rajoy continúe de presidente. O sea, que ni apoyo ni abstención por lo que me temo que tenemos muchas cartas de la baraja para que haya de nuevo elecciones generales en nuestros país.
De toda esta guerra en el seno del PSOE creo que al final saltará Pedro Sánchez. Y en el terreno de la izquierda a río revuelto ganancia para Podemos que tampoco tardará mucho en absorber a Izquierda Unida para disgusto de Gaspar Llamazares.