Hacía tiempo que no iba a Grado, creciendo lentamente gracias a la autovía, pienso yo, y es que desde Oviedo y cumpliendo la normativa no son más allá de los 12 minutos. Me acerqué hasta la parroquia de La Pereda para saludar al bueno de Eliseo Nicolás Alonso, presidente de los azabacheros asturianos, que se ha recuperado totalmente de una importante operación que le tuvo al borde del KO. Eliseo Nicolás Alonso es un excelente artesano del azabache si bien también maneja la madera con un gusto exquisito para las tallas en la misma. Los azabacheros asturianos suspiran desde hace años porque de nuevo haya en el mercado este mineral extraído en Asturias y no importado, como hasta ahora viene ocurriendo, de Polonia o Italia, por citar. Puede que ahora estén de enhorabuena porque está muy adelantado el proyecto para comenzar de nuevo a extraer azabache del filón de Oles (Villaviciosa) cuyo mineral fue muy trabajado por el minero Tomás Noval, el último minero azabachero de Asturias, fallecido hace unos años. Ahora el empresario Juan José Cachero Alonso, en su día una de los propietarios de mina de La Camocha, se ha hecho con la propiedad de la explotación de Oles y cuenta ya, parece ser, con los permisos correspondientes por lo que sino surgen inconvenientes de última hora podría estar en funcionamiento dentro de unos meses. Otro tanto a favor es que el nuevo alcalde de Villaviciosa José Manuel Felgueres, del Partido Popular, es proclive al proyecto. Ya su antecesor Busto tenía entre manos el proyecto de poner en marcha una escuela de formación de artesanos azabacheros e incluso un museo dedicado a este mítico mineral de siempre considerado como un material mágico y protector.
Según el profesor Valentín Monte Carreño, una de las autoridades a nivel mundial sobre el azabache y residente en Gijón, la primera pieza artesana encontrada en Asturias fue una cuenta hallada en la cueva de Las Caldas con un antigüedad de 19.000 años -han leído bien-. El presidente de la Asociación Asturiana para el Desarrollo Artesanal del Azabache, el citado Eliseo Nicolás Alonso, tiene también previsto poner en marcha, con asesoramiento del programa PRODER, una escuela taller para formación de artesanos de este mineral en Grado pero por el momento se ha encontrado con la lentitud sino incomprensión de los servicios técnicos municipales -los arquitectos asturianos huyen en cuanto pueden de tratar con este ayuntamiento, por algo será- por lo que entre la enfermedad que acaba de superar y esos problemas el proyecto está relantizado.
A la villa moscona le tengo un gran afecto y cuando veo a mi antiguo compañero de colegio Claudio Menéndez de la Riera -casi 40 años dedicado a la promoción del hockey sobre patines en Grado y en nuestra juventud alma de “Los Archiduques”- hago que me informe sobre los dimes y diretes que corren por sus calles. Ultimamente me he enterado de uno que tiene gracia y es que lo que fue en su día prestigioso restaurante además de pastelería -su tocinillo de Grado era para chuparse los dedos-, El Palper, que entró en barrena con los siguientes dueños tras la jubilación de su propietario de siempre, es en la actualidad una “casa de buena nota” -ustedes me entienden- pero no se ha cambiado ni los rótulos por lo que autobuses con excursionistas, desconocedores del nuevo rumbo del negocio, suelen parar en la entrada llevándose los pobres viajeros el consiguiente susto al encontrarse con señoritas de buen ver y mejor disposición. Es una pena que el negocio tradicional de pastelería y restauración no se haya podido mantener. Al final el pufo creo que fue para la Caja Rural Provincial pero no pudo encontrar una salida satisfactoria. Hombre, el discreto alcalde moscón Antonio Rey debería de obligar, por lo menos, a que se cambiase el rótulo para que nadie se llame a engaño y el que vaya buscando el tocinillo de cielo no se encuentre con otro cielo buen distinto.