Un discurso enfatizado

 

Lo dicho en la tarde de Nochebuena por su Majestad Felipe VI a través de las televisiones como discurso dirigido a la nación es como las verdades del barquero, obviedades que comparto, dichas con clase y educación, y dirigidas a un país que se encara con momentos difíciles como consecuencia de los resultados electorales del pasado día 20 y del coleante y preocupante tema de las ansias independentistas de parte de la sociedad catalana.

Fue la segunda vez en que Felipe de Borbón se dirige a la nación en Navidades como Rey de España y la primera vez que lo hace desde el salón de tronos del Palacio Real. Si me pareció acertado su discurso no puedo decir lo mismo de la puesta en escena y retransmisión del mismo.

Situado a pelo en una austera silla en medio del salón del trono, con los fondos desdibujados, Felipe VI nos ofreció, supongo que asesorado por su esposa Letizia Ortíz, otrora excelente comunicadora, un discurso enfatizado, poniendo gesto y vehemencia en cada frase, apoyando sus argumentos con gestos de sus manos pero que en momento alguno le hicieron perder la compostura. No se si se habrá utilizado en la grabación el fotoshop pero cada vez que el realizador cambiaba de plano cambiaba la iluminación del rostro del Rey e incluso sus líneas frontales. También me dio la impresión que su figura, a lo busto parlante, estaba sobreimpreso sobre el fondo difuminado del salón donde se encontraba, como en las películas de efectos especiales.

Pero el Rey leyó el texto de su discurso desde el tele printer con fuerza y convicción, preparándose para lo que le espera, para lo que nos espera, en el 2016, año como quien dice a la vuelta de la esquina. Con todo respeto digo que en mi opinión también sobraron las fotos finales de la familia, árbol de navidad y belén instalados en el Palacio Real. Insisto, demasiada frialdad en la puesta en escena, o sea, mal continente pero buen contenido. Espero y deseo que los españoles le hagamos caso.



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