Ya lo dijo el Papa Francisco: "las enfermedades de la curia han causado heridas".
Después de las elecciones generales, según los resultados, se ha visto -y era del todo previsible que así iba ocurrir- que las enfermedades del Partido Popular y del Partido Socialista Obrero Español, enfermedades como La Gürtell, los Eres, La Púnica y otras corrupciones, las enfermedades inoculadas desde décadas en el bipartidísmo, también iban a causar heridas.
Y las heridas para el PP y para el PSOE no son otras que la irrupción de Ciudadanos y de Podemos. Y aún siendo heridas que -y debemos estar satisfechos- se produjeron por medio de las urnas, ahora a ver quién o quienes les ponen cura. El panorama post electoral está más que complicado si nos atenemos a las declaraciones de cada grupo.
El Partido Popular ni se regeneró ni tiene pensado regenerarse a corto plazo. Su Presidente, Mariano Rajoy, para el Presidente del Partido Socialista, Pedro Sánchez, no es decente (parece que tampoco lo es para 3 millones de sus anteriores votantes que el domingo le negaron su apoyo). Albert Rivera, de Ciudadanos, ya dejó claro -antes y después del pasado domingo electoral- que si no triunfaba con rotundidad no apoyaría ni al candidato a la presidencia del PP ni al del PSOE. Y, por último, Pablo Iglesias, candidato de Podemos -Partido que surgió de las justas protestas y plataformas callejeras de indignados económicos y sociales- ya subió al séptimo cielo de la vanidad y, si a destiempo ya había nombrado a su ministro de Defensa, ahora, antes que poner una línea roja a las desigualdades que le catapultaron, basa sus apoyos de gobernabilidad en facilitar un referéndum para la posible independencia de Cataluña (¡marchando una de geoestratega barato!).
Son muchos los que opinan que -dadas las circunstancias- tiene que haber nuevas elecciones generales. Vaya prisa. Por lo menos habrá que esperar si cambia la curia y las heridas cicatrizan.