Tras un fin de semana en Galicia retorno a la madre patria asturiana, disfrutando allí y aquí de un tiempo veraniego verdaderamente sorprendente para un noviembre efectivamente caliente pero en el terreno político.
Nada mejor que un poco de albariño y buenas viandas de la rías bajas para encarar esta semana cuyo lunes en cuestión ya se me antoja preocupante. El pasado día 3 se cumplieron los 75 años del fallecimiento de Manuel Azaña, presidente de la República española, no catalana, y hoy mismo se celebra el 25 aniversario de la caída del muro de Berlín.
Pero a mil kilómetros de Asturias esta mañana el parlamento de la Generalitat catalana ha comenzado a dar los primeros pasos, al menos una mayoría del mismo, para independizarse de España y proclamar la república catalana. ¡Quién nos lo iba a decir allá por los 80 cuando arrancó nuestra aún joven democracia!.
A lo partidos nacionales el tema les ha cogido con el pié cambiado, inmersos como están en campaña pre electoral, si bien hay que reconocer que hasta el momento el presidente del gobierno Mariano Rajoy no ha perdido la compostura por este preocupante tema y en todas sus declaraciones, ministros incluidos, se muestra firme en la defensa de la unidad de España; pero al final, como muchos preveíamos, esto es un choque de trenes y está a punto de producirse con consecuencias incalculables probablemente porque en su momento sus conductores no acertaron en la negociación ni en la perspectiva política.
En Galicia, buen tiempo, poca gente y precios más baratos que en Asturias. La prensa regional publica encuestas en las que se apunta a que el Partido Popular perderá el 20 de diciembre en dicha autonomía del orden de tres diputados. De ahí que el presidente de la Xunta Alberto Nuñez Feijóo no pare. El domingo comía discretamente en unión de otros dos caballeros en Casa Camilo a pocos metros de la plaza del Obradoiro en Santiago de Compostela mientras mogollón de turistas japoneses pasaban a su lado, ignorantes de que estaban ante el posible heredero de Rajoy al frente del PP. Lo que no sé es si el presidente de la Xunta comió bajo la foto de Vicente Alvarez Areces inmortalizado en este restaurante con motivo de una de sus visitas cuando era presidente de Asturias a Santiago.
Feijóo sin duda alguna se habrá alegrado del acuerdo entre su partido y Foro en el Principado ya que en su momento fue persona de confianza de Francisco Alvarez-Cascos cuando era ministro de Fomento y le colocó al frente de Correos donde hizo una muy buena gestión.
No me sorprende que Javier Fernández esté preocupado por ese acuerdo entre la derecha asturiana. A partir de ahora todos los ataques de la misma irán contra él y su gobierno. A Cristina Coto se le acabó meterse con Mercedes Fernández a la larga puede ser su sucesora- o con Mariano Rajoy -del AVE para Asturias, ni acordarse- pero en las filas foristas el acuerdo no ha sentado muy bien y estos días vengo escuchando el run run del descontento. Mariano Rajoy es listo y con operaciones como esta busca votos hasta debajo de las piedras pero sigue considerando a Foro y a Asturias de segunda división. Fíjense como fue a Pamplona y a Zaragoza para firmar acuerdos electorales con el UPN y el PAR mientras aquí el acuerdo lo firmaron lo más discretamente posible Mercedes Fernández y Cristina Coto. Y es que en definitiva Asturias para Rajoy solo representa un diputado arriba o abajo, lo mismo que para el PSOE. O sea, poca cosa.
Los populares han colocado al frente de la lista para el Congreso a la profesora de economía Susana López Ares, ex vice rectora de la Universidad de Oviedo y diputada regional. Debo reconocer que es brillante y una de los dirigentes populares con menor desgaste. Tras ella irá el incombustible forista Isidro Martínez Oblanca. Mi espía preferida, la XPXIII, me comenta de paso que probablemente sea el diputado Ovidio Sánchez quien encabece la lista de los populares al Senado. Bien que lo entendió este abogado lavianés cuya carrera política comenzó a la chita callando hace muchos años como concejal del ayuntamiento de Oviedo. Lo cierto es que hace tiempo que nuestra región le quedaba pequeña, habiéndose instalado en los círculos de poder madrileños. Por supuesto, de su compañero Agustín Iglesias Caunedo no quiere saber nada. Y de Isidro Fernández Rozada, menos.