“Una llamada de atención…”

 

 

Suelo desconfiar de los debates o tertulias televisivas, pues sé que hay factores que pueden influir en el desarrollo y término del mismo y que nosotros, los espectadores, ignoramos, así pienso en los tiempos de respuesta, capacidad de réplica, otorgamiento de palabra, situación o planos que transmite la cámara, decorado y colores del plató, guion, tipos de preguntas, tertulianos…De un tiempo a esta parte soy muy sensible con la información que me llega, procuro buscar fuentes solventes y contrastadas, de ahí que ante el debate del pasado domingo, 18 de octubre, o cara a cara entre Rivera e Iglesias, me haya tomado mis precauciones no exentas de cierta desconfianza o escepticismo, y más cuando de todos es sabido que hay una enconada genera de medios, de audiencias,  donde nosotros los televidentes hacemos el papel del tonto útil. Por todo lo dicho últimamente  me he hecho un trapero del tiempo, ya que lo único que poseo en propiedad es el tiempo que  Dios me da, y evito las colas, las conversaciones inútiles y las tertulias o programas  banales.

Hecho el esfuerzo, asumido el riesgo, no me duelen prendas en  confesar que mereció la pena, compensó. El locutor, Jordi Ëvole, ha buscado un entorno adecuado, el bar Tío Cuco del  Nou Barri , barrio barcelonés con un alto porcentaje de paro juvenil – durante un momento me recordó el Lugones fabril de los años 70 y el bar de mis padres, el Bar Madrid-  donde sus clientes, jubilados, parados, trabajadores, juegan al domino o a la baraja  y entre mano y mano o carta y carta, comunican sus alegrías, sus penas, sus quejas, sus ilusiones.  El bar viene a ser para ellos su segunda casa, su lugar de evasión, de juego y donde , por desgracia, no suelen aparecer las personas que deciden sus destinos. De ahí que la propietaria expresara su gratitud al permitir que su local sea un  plató televisivo donde  estos dos jóvenes  y emergentes políticos tomen su café y charlen de los problemas que nos afectan y sus vías de solución.

Se hablaron de temas muy diferentes, no hubo descalificaciones, sí , rectificaciones, se expusieron puntos de vista diferentes ante un mismo problema (política fiscal, programa económico, creación de empleo, combatir la corrupción, atenuar las diferencias entre los colectivos sociales, dependientes, refugiados, Cataluña…), se contestó un cuestionario –desconozco si era conocido o no por ambos líderes- , y creo que en todo momento el moderador mantuvo una prudente equidistancia, solo alterada en alguna ocasión en aras de una mayor precisión, pues tenía claro que los protagonistas eran Rivera e Iglesias. Desconozco si éstos  conocían  el guion previo  y se presentaron allí a calzón quitado o si los protagonistas, habían urdido algún acuerdo, alguna estrategia comunicativa, ya que en ningún momento se percibió la tensión o nerviosismo de anteriores debates  , nunca se alteró el relato, trasladaron un imagen más apacible aunque quizás a ello contribuya la ventaja de ser inmaculados, de no tener fallos de gestión, son nuevos, uno más que otro, ni soportan procesos judiciales por corrupción.

El programa ha gustado y la prueba más evidente es que 5.214.000 espectadores estuvieron pendientes de su desarrollo. Cifra que  indica que los españoles, a los que se acusa de desafección de la política, de desprecio de la misma, son conscientes que la solución a sus problemas tiene que venir de la Política y que a pesar de las mentiras, abusos y frustraciones sufridas aún esperan como el árbol viejo y hendido por el rayo un milagro de la naturaleza, que permita  que nuestra economía coja el ritmo necesario para crear un empleo más estable y que la actividad política asuma en todo momento la defensa del interés general . La sociedad civil empieza a despertar de su letargo y reclama su protagonismo, sirva de prueba  el alto nivel de participación de las elecciones catalanas, próximo al 80%.

Este modelo o estructura de debate, menos rígido y profundo que los que estamos acostumbrados a ver, produce más cercanía, más proximidad con el hombre de la calle, en resumen ,  más naturalidad, en detrimento, es justo decirlo,  del rigor y profundidad que exigen algunos temas. ¿Caminos a tomar? La solución no es fácil  dada la importancia y trascendencia que tienen los debates y comprendo que todos los partidos tomen las precauciones necesarias para evitar el engaño, la manipulación, pues todos sabemos que una pregunta mal intencionada como aquella que le hicieron al presidente francés Giscard d’Estaing sobre el precio del billete del metro parisino puede lastrar un éxito electoral, no obstante se debe hacer lo posible para que en una Democracia se proteja y respete el derecho que tienen sus ciudadanos a recibir una información veraz, única garantía de un Estado que se dice de Derecho.

De todo lo expuesto se deduce que la cercanía siempre agrada.

 



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