Han leído bien. Lo pretendido con el título de este artículo es que nadie lo entienda, como aquello de mezclar los culos con las témporas. En este caso nos referimos a la expresión “economía con alma”, cursi y bobalicona donde las haya y acuñada al parecer por el nuevo equipo de asesores presidenciales, jóvenes, dinámicos y responsables en parte del batacazo cosechado por el PP en las recientes elecciones autonómicas (plebiscitarias) catalanas. Tales palabras suenan a simple justificación de sus sueldos e intentando buscar originalidad a su contenido, que quizá, como portada de periódico llame la atención pero nada mas, dado que un amplio colectivo sigue padeciendo los estragos de la crisis, cuando lo que realmente necesitan, con o sin alma, es un puesto de trabajo urgentemente.
El lenguaje don Mariano, descendiendo al más elemental sentido etimológico del mismo, es lo que nos sirve y utilizamos las personas para expresarnos y ser entendidos sin más pretensiones y no para revestirlo de adornos y barnices platerescos de difícil interpretación, que solo mueven a la incomprensión, oscureciendo y dificultando el mensaje que se pretende comunicar.
Toda esta pretenciosa sintaxis utilizada por las nuevas incorporaciones si lo que pretenden es ocultar la ausencia de liderazgo del presidente y su incapacidad para inocular ilusión a los ciudadanos, nada o muy poco conseguirán de Rajoy, que como buen gallego, lo primero que se le ocurre es desconfiar. De ahí el contenido monocorde de sus discursos a los que solo ha incorporado algún matiz descalificador para que los votantes aprendan a distinguir entre los malos, esos que se limitan a criticar y solo saben despilfarrar, y los buenos, defensores de las necesarias reformas. Para que no nos engañemos y como afirma el presidente, no se puede llegar a la política sin antes haber ejercido al menos como edil.
El Sr. Rajoy, que no es tonto, asume su carencia de liderazgo aunque ha mejorado e incluso ha asumido aparecer sin corbata en actos públicos, pero con los experimentos sigue mostrándose reticente y con el escaso tiempo que resta para las generales, tonterías las precisas. Lo que no se hizo en tres años es imposible lograrlo en tres meses.
Los directivos de la campaña electoral que indefectiblemente necesitan demostrar su eficacia, se sienten incapaces de convencer a Rajoy para que modifique su “ruta social” humanizando la recuperación. Pretenden que el presidente genere más protagonismo en los medios y proyecte una nueva imagen entre los sectores sociales, lo que en roman paladino significa “cambio de comportamiento” pero a golpe de utilizar difíciles definiciones va a ser que no. Desde que se puso de moda la estúpida “hoja de ruta”, lo que siempre hemos conocido como programa o plan de trabajo, a todos los dirigentes políticos, habría que entregarles una brújula pero ni aún así han conseguido orientarse.
Posiblementa ya no exista ningún español que desconozca la promesa efectuada por el Jefe del Ejecutivo consistente en: “acabar su mandato con menos parados que los que se encontró cuando llegó a la Moncloa”. Aunque esa meta ya está superada, el presidente continua con la mosca detrás de la oreja, lease cargado de dudas, si a golpe de macroeconomía será suficiente para seguir de inquilino en la Moncloa otros cuatro años más. Inteligente sospecha puesto que el panorama no está nada claro.
Sin desdeñar la causa social ,la bestia negra del PP continúa siendo la corrupción, sobre cuya regeneración y desaparición solo hacen leves y superficiales referencias algunos subordinados pero sin entrar en el fondo de la cuestión. Rajoy es perfectamente consciente del gran daño que siguen originando gurtelinos, punicos y ratos. Las nuevas y presuntas irregularidades cometidas nada menos que por un ex vicepresidente del Gobierno y aparecidas en todos los medios, suponen un solemne mazazo en torno a la credibilidad de Gobierno y Partido, más todo lo que pueda surgir de aquíí al 20-D.
Los populares basarán su campaña en dos aspectos muy importantes consistentes en el mantenimiento de la unidad de España y la innegable recuperación económica vital para el futuro del país. No obstante y aunque se comente escasamente, los ciudadanos conocen que las mayorías absolutas son más proclives precisamente a la tan temida corrupción tal como se ha demostrado, y que la oposición, comenzando por el errático Pedro Sánches (PSOE) empleará como arma arrojadiza contra la formación conservadora, pero eso síi, absteniendose de citar lo que ha ocurrido en su propio partidos con los EREs, cursos de formación, etc.
Lo último pasa por un sutil acercamiento a Ciudadanos de socialistas y populares para disputarse sus favores a la hora de llegar a los pactos pero sin que se note excesivamente y acusándose entre ellos. Tal maniobra está descolocando a Pablo Iglesias y su cuestionado Podemos tras la aparición de la primera encuesta publicada en La Razón, en la cual los podemitas figuran tras Ciudadanos en intención de voto, algo que la formación de los círculos jamás había imaginado. Público y medios ya no están interesados en las declaraciones de Iglesias y como partido emergente han pasado a segundo lugar, Todo lo contrario de lo que está ocurriendo con Ines Arrimadas (Ciudadanos) que se la disputan en TV, emisoras de radio, periódicos y tertulias de debate, prueba evidente de que no lo está haciendo nada mal….¡¡Tiempo al tiempo!!.