Desde la distancia siempre tuve cierta admiración por una buena parte de la sociedad catalana: su afán de superación, su laboriosidad, su seriedad...entre otros aspectos. Allá por los años setenta del pasado siglo estuve de temporero en la recogida de la avellana en un pequeño pueblo de Tarragona, en Alforja, muy próximo a Reus. Comprobé allí una forma de organización y una planificación, a la hora de afrontar tanto los asuntos familiares como comerciales, muy distintas a las que, por aquel entonces, era común en la mayoría del territorio español en el que los catalanes y las catalanas que yo conocí y traté -con la única singularidad de su propio idioma- se sentían totalmente integrados.

Hoy se celebran en Cataluña las elecciones autonómicas , y me llama la atención que, después de la experiencia sufrida con el "honorable" manipulador y comisionista, Jordi Pujol, ahora, una sociedad como la catalana -supuesta y sobradamente preparada- se vuelva dejar engañar por el heredero testaferro de las manipulaciones cortijeras "pujolistas".

Artur Mas pretende complicar la convivencia de todos los españoles. Cataluña y los catalanes tienen que decidir -por su bien y el bien de todos- que hoy no sea un día Mas. En ello confío.