El Aula de las Metáforas, uno de los tantos inventos de Fernando Beltrán, el conseguidor de la palabra, otorga su primera historia a Joan Manuel Serrat, precisamente por la palabra, el absurdo del silencio. El Nano, que nos dio las pistas de Machado y de Hernández, Miguel, y de Benedetti, que dios no nos libre, es un cómplice, para uno el mejor, de la Asturias que viene, capital Niemeyer. No hay nada como hablar, unos segundos, con este charnego de habitación en el Poble Sec. El niño del Poble Nou es una banda sonora tan tremenda que hasta las mujeres dejaron de llorar. Preguntan cuál es su mejor canción sin saber cuántas son. Si dices ‘Lucía’, que lo es, te abruma algún excelente practicante de la misma milonga. Vaya pareja. Nos gusta en Asturias presumir de embajadores excelentes. Quién más implicado que Beltrán, el poeta. Sumado a Serrat multiplican. Ni suman, ni restan. Son la capital de Venus. Cosa rara, aquellas pequeñas cosas raras. Donde nadie nos llama.