Ayer, en varios medios de comunicación, se publicaron las fotos de hombros y cabeza del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, inmerso en las aguas de una piscina del río Umia. Siempre se dijo que si encuentras a un gallego en una escalera nunca sabes si sube o si baja. Ahora, viendo las imágenes del presidente -me hubiera gustado ver la entrada o la salida del agua- uno no puede por menos de preguntarse si Rajoy entró en el Umia a darse un baño relajante o tal vez a realizar una necesidad fisiológica considerada menor.
Nada se dice en los medios de la duración temporal del supuesto chapuzón; pero, por la cara que se le aprecia en las fotos, supongo que fuese breve. Tan breve como una meada, eso si no andas con problemas de próstata, problemas de la Gürtel o problemas de la Púnica. Y Mariano puede andar con todos.
Viendo las fotografías hasta se puede pensar que se metió al agua con calcetines. Cabe la posibilidad.