El pariente de Colau

Platón, filósofo griego, maestro de Aristóteles, consideraba que la naturaleza humana se dividía en tres partes: “Apetito”, “Razón” y “Ánimo”. Dependiendo de qué elemento dominara sobre el resto, distinguía tres tipos de personas según que su principal deseo fuera el conocimiento, el éxito o las ganancias, tipología a la que Platón describía como filosóficas, amantes de los honores y amantes del dinero. Según Platón, la Razón debería controlar el Ánimo y el Apetito, de tal manera que cualquier descompensación en esta influencia quebrantaría el necesario equilibrio de la persona.

            Ada Colau no parece que haya leído a Platón. Más bien aparenta una cierta inclinación por otro filósofo, Ortega y Gasset, autor de la famosa frase “Yo soy yo y mis circunstancias”, con la que quería significar que el “yo” pensante aislado era imposible, pues el “yo” estaba sumido en la corriente vital interaccionada con el mundo, inmerso en una serie de circunstancias personales que lo vinculaban a la sociedad en la que imperaba el bienestar humano.

            El nombramiento de su pareja para un puesto de asesor cumple, ciertamente, aquella parte de su programa electoral relativo a paliar el desempleo; lo malo es que lo circunscribe a su ámbito doméstico. Este nombramiento, unido al de la pareja de Pisarello como asesora de vivienda, también en Barcelona, y al del marido de la sobrina de Manuela Carmena como Coordinador General de la Alcaldía de Madrid, va camino de convertir a los partidos emergentes en la mayor empresa familiar del país.

             Nada habría que reprochar si no fuera porque este tipo de comportamientos, propios de los dirigentes anteriores, se convirtieron en diana de todas las críticas de estos mismos partidos que ahora hacen suyo aquello de “Donde fueres, haz lo que vieres”.

            Pero peor aún que violentar las propias ideas es tratar de enmascararlas con argumentos que no hacen sino enturbiarlas más aún, practicando una doble moral.

            Para Colau, ser tachada de nepotismo por el nombramiento de su pareja como asesor no es más que una difamación intolerable porque, según ella, el nombrado trabajará en Barcelona en Comú, no en el Ayuntamiento, como si el destino fuera lo relevante.

            Lo verdaderamente criticable del nombramiento es que se hace dactilarmente y sin procedimiento de concurrencia competitiva. Que el nombrado vaya a trabajar en Barcelona en Comú no resta firmeza a la crítica. Barcelona en Comú es una plataforma ciudadana constituida en partido político para presentarse a las elecciones.

Siendo esto así, hay que recordarle a la señora Colau que si bien Barcelona en Comú en su origen pudo estar financiado con aportaciones privadas, a partir del mismo momento que concurre a las elecciones y obtiene representación pasa a tener financiación pública, por mucho que al ir a parar a los partidos se metamorfosee en dinero privado. Por ello la mayor parte del dinero que va a cobrar su pareja, trabaje en Barcelona en Comú o en el Ayuntamiento de Barcelona, será dinero público, y para ser beneficiario de dinero público sin merecer reproche ético, legal y político hay que haber accedido a tal condición por procedimientos de concurrencia competitiva.

No siendo así, se produce, de acuerdo con el pensamiento platónico, un desequilibrio entre el Apetito, la Razón y el Ánimo a favor de este último.



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