En el año 480 antes de Cristo, recién inventada la democracia ateniense, las ciudades estado griegas dejaron a un lado sus diferencias y lucharon juntas por primera vez, dirigidas por el rey Leónidas, para defenderse del poderoso ejército persa bajo el mando del rey Jerjes. La batalla de las Termópilas, en la que 300 espartanos entregaron su vida en defensa de sus intereses territoriales y patrióticos, pasó a la historia como un ejemplo de la capacidad de lucha y resistencia de los supuéstamente débiles (griegos) contra los poderosos (persas).
Ayer el 61% de los griegos votaron en el referéndum un "NO" rotundo a las propuestas e imposiciones con las que los mercados, la troika y la Unión Europea quieren humillar indefinidamente al pueblo heleno. Dos mil quinientos años después de las Termópilas, no con armas sino con urnas, los griegos están luchando nuevamente por la dignidad del país y de los ciudadanos.
El primer ministro Aléxis Tsipras y el titular de economía Janis Warufakishasta ahora son un ejemplo de coherencia democrática, y sus compatriotas les han dado su apoyo libre y mayoritariamente.
La Unión Europea queda tocada irremediablemente y tiene que replantearse sus políticas sociales y económicas. Los pueblos se empiezan a levantar contra sus dirigentes y contra los mercados que les patrocinan y que llegan a convertir a algunos mediocres y actuales presidentes de gobierno en títeres, portamaletas y lavabragas de la alemana Ángela Merkel.