Cuando se cumplen 30 años de la entrada de España en la Comunidad Europea el principal mercado mundial compuesto por más de 500 millones de personas entre las que nos encontramos nos damos de bruces con el primer "corralito" de un país integrante de este gigantesco consorcio europeo: Grecia.
Mañana no abrirán los bancos ni la bolsa mientras el pueblo griego se prepara para el referéndum que ha convocado el gobierno sobre la aceptación o no de la oferta hecha por la "troika" y que supondría evitar la bancarrota o la salida del euro a cambio de reducir las prestaciones sociales, pensiones incluidas.
El caso es que la situación es preocupante por la deriva de este país turístico y atractivo que ahora se encuentra con las verdades del barquero tras haber engañado con sus cuentas a Bruselas durante años.
Ya se que supone solo el 2 por ciento del PIB europeo pero esta crisis abre una puerta de consecuencias incalculables. Grecia tiene gran parte de su economía en manos extranjeras comenzando por China, una de cuyas empresas gestiona mediante arriendo el puerto del Pireo además de cierto coqueteo del primer ministro Alexis Tsipras con la Rusia de Putin.
Una preocupación que me ronda en torno a esta crisis es lo que pueda pasar en fechas próximas con el pueblo griego, la caída del turismo y la cada vez más acuciante pero peligrosa situación de tener que apretarse el cinturón. ¿Por qué será que me viene a la memoria el ya lejano, por fortuna, golpe de los coroneles?. Era lo que nos faltaba pero no se me va de la cabeza que Grecia tiene un presupuesto militar incluso superior al de España y la "troika" pidió que el presupuesto militar griego se rebajase en 400 millones de euros habiendo aceptado Tsipras hacerlo en 200. Cuando se acorrala a un pueblo contra la pared, todo puede pasar. Ahí tuvimos en su día el caso de Argentina.
La Unión Europea tiene frentes abiertos y preocupantes, no solo el de Grecia. Sigue existiendo una gran desigualdad entre los distintos países, especialmente entre el los del norte y los del sur y Alemania, auténtico director de orquesta de la comunidad europea, parece seguir una política poco solidaria, ciñéndose exclusivamente a sus necesidades económicas.
La burocracia de la Unión Europea es en mi opinión exagerada y en muchos casos confusa en su actuación. Ahora resulta, por ejemplo, que el plan de carbón que aprobó el gobierno español hasta 2018 es rechazado en base a la hipotética sensación que se tiene en Bruselas de que se les está engañando en cuanto a las cifras de empleo y producción. En este tema hay que reconocer que el ministro canario José Manual Soria no ha estado lo que se dice muy afortunado en sus planteamientos aunque últimamente parece que el Ministerio de Industria a través del Secretario de Estado de la Energía parece más sensible a la problemática carbonera y ha comenzado a mantener reuniones con los representantes sindicales. Pero lo cierto es que, desde el punto de vista de Asturias, el futuro del sector está cada vez más negro.