De mal en peor

No hubo sorpresas. Lo esperado. Mariano Rajoy, presidente del Gobierno y de su formación política, ha pasado la aspiradora a su Partido, pero sin mover el mobiliario y, mucho menos, sin levantar las alfombras. El polvo y la basura están tan presentes en la calle Génova como hace dos días.
El Partido Popular con Mariano Rajoy al frente ya no convence a nadie. Ni maquillado. Ya no convence ni a sus propios militantes ni a sus votantes. El Gobierno está noqueado después de las debacles sufridas en las dos últimas elecciones como consecuencia de sus decisiones, su poca empatía con los ciudadanos, su encadenamiento a un pasado reciente de irregularidades, plagado de mentiras, de financiaciones ilegales y de una corrupción generalizada.
Los llamados cambios para el rejuvenecimiento y la regeneración, en lugar de resultar ilusionantes para los representantes de toda la derecha española van a producir el efecto contrario, van a dividir internamente más al Partido y a sus seguidores lo que supone un peligro de cara a las próximas elecciones generales.
Rajoy mantuvo en su sitio a Javier Arenas, amortizado políticamente, por contar con alguien cercano y de la vieja escuela que, como él, pueda desesperadamente seguir manteniendo que las ilegalidades en y del PP fueron cometidas por "otros" de los que sabían tan poco, a pesar de sus intimas relaciones, que hasta les engañaron a ellos: el grupo de los decentes. Dio de lado a Cospedal, tan manchega ella, a la que solo dejó opciones para opositar a ministra si llegase el caso. Apartó a González Pons y a Floriano después de haber sido los fieles defensores, voceros y propagandistas de su jefe. Y con los nuevos e inverosímiles nombramientos (Javier MarotoAndrea Levy y Fernández Maíllo) trató de producir efectos secundarios en algunas comunidades autónomas, léase Castilla y León, País Vasco y Cataluña. Contentos están.
Con respecto a los otros dos nombramientos, Jorge Moragas y Pablo Casado, solo certificar que han sido aciertos personales del Presidente, con tanta amplitud de miras como cuando eligió a Antonio Hernando portavoz del Congreso. Jorge Moragas llega con la mochila que menos les gusta a una buena parte de los miembros del Comité Ejecutivo del Partido Popular, que en privado ya expresaron su descontento y su desazón. A Pablo Casado se le ve más capacitado para ser tertuliano en "El Cascabel" de 13TV ( en donde repite y repite -con el agradable gorjeo de su presentador Antonio Jimenez- las circulares mañaneras del Partido), que para transmitir una imagen renovada del PP. Pablo Casado, con treinta y cuatro años, a la vista está que solo aporta más de lo mismo siendo una simple correa de transmisión.
Pues nada, buen panorama para ganar las elecciones generales a la diabólica y satánica izquierda española.



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