Pobres, ilusos, honestos votantes

Ya terminaron, por fin, estas nuevas elecciones, y otra vez más, me siento fatal. La ruindad empleada para conseguir el poder, el poder de gobernar a los demás y de paso llenar las arcas propias vaciando las de todos los sufridos contribuyentes ha conseguido el triunfo.

      Pobres de los ciudadanos que han votado creyendo que su voto podría valer para que un determinado grupo de alcaldes asumiera la responsabilidad de gobernar sus municipios.

     ¿A esto le llaman democracia? ¿No sería más justo llamarlo tomadura de pelo, escarnio, burla?

      No vale nada un alcalde con diez votos, si se juntan once, cada uno de una leche, con un solo voto cada uno y le quitan la posibilidad de gobernar.

      Repito: me siento fatal desde mi posición de modesto votante porque los arribistas de siempre han convertido en inútil mi voto y el voto de muchos otros que todavía creemos, a pesar de los pesares, en cumplir el deber ciudadano de votar.



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