Por desgraciada pérdida de mis padres siendo yo todavía muy niño, me recogieron y criaron mis abuelos maternos, acción caritativa por la que les estaré agradecidísimo mientras viva. Tal día como hoy, a mi abuelo, oficial de albañil toda su vida, le vi enterrar en el jardincito de la casa sus herramientas y, pensando yo que él cometía una grave equivocación le dije:
—Abuelo, que hoy es día de fiesta para los trabajadores, pero mañana hay que ir a currar de nuevo.
—Yo no. Yo acabo de jubilarme —me contestó exultante de alegría.
Recordando a este entrañable abuelo mío, estoy pensando en enterrar ahora mismo todas las facturas que tengo pendientes de pago y jubilarme de mis deudas a partir de este entierro. Espero que mi conciencia no me acuse de haber hundido económicamente a este desorientado país que habito.