Debería de ser de universal aceptación que la economía estuviera al servicio de la mayoría de los ciudadanos y no al de una élite financiera. Minoria que con sus poderosas armas ataca reiteradamente los intereses de la mayoría, con los argumentos de la eficiencia, la competitividad, la globalización y otros de apariencia tecno-científica, con los que quieren formar un corpus de pensamiento económico que presentan como el único, verdadero, auténtico, y por lo tanto, incuestionable.
Economía financiera cada vez más separada de la economía real. Economía financiera que, si tiene en origen justificación, cuando se mantiene al servicio de la economía productiva, lo pierde cuando se sirve, casi exclusivamente, a sí misma. Y además en un juego de suma cero, es decir, yo gano cuando tú pierdes.
La élite financiera es poderosa, controla medios de comunicación, agendas políticas, universidades, manipula precios, manipula información. Hace que las economías no se desarrollen según su potencial, solo importa especular, ambicionar riquezas escandalosas, no les incumbe el medio ambiente, ni la justicia social, ni la paz, ni el progreso universal y colectivo, ni la pobreza.
La élite financiera quiere más y más beneficios, más incentivos, más estímulos económicos, sin límite, a costa de los que sea y de quien sea.
Hasta cuando abusarán de nuestra paciencia de ciudadanos pacíficos, educados y justos.