El Manifiesto de Alcaldes Europeos, encabezados por Anne Hidalgo, Alcaldesa de París, sobre “el Cambio climático: compromiso europeo y soluciones locales”, es no sólo una excelente iniciativa sino, ante la celebración de la Cumbre de París el próximo mes de diciembre, especialmente oportuna.
Con la crisis propia de los últimos coletazos del neoliberalismo globalizador, se están olvidando las apremiantes responsabilidades intergeneracionales y, en lugar de prestar una atención particular, especialmente teniendo en cuenta que pueden alcanzarse puntos de no retorno, a las transgresiones ecológicas, los “mercados” convirtieron a los ciudadanos en espectadores impasibles y anonadados. La “prima de riesgo”, en una Unión Europea monetaria que no es capaz de articular ahora una unión política y económica, ocupa el escenario como protagonista casi exclusivo.
Asegurar nuestro legado a las generaciones venideras es el principal compromiso de ”Nosotros, los pueblos…” que, en poco tiempo, liderados por las comunidades científica, académica, artística,… intelectual, en suma, se rebelarán contra un sistema que invierte miles de millones de dólares al día en armas y gastos militares al tiempo que mueren de hambre miles de personas, la mayoría niñas y niños de uno a cinco años de edad, y el 80% de la humanidad vive fuera de los espacios habitados por la “sociedad del bienestar”.
Ya en 1979 la Academia de Ciencias de los Estados Unidos comunicó que no sólo se estaban incrementando las emisiones de anhídrido carbónico sino que su recaptura por los océanos –los pulmones de la Tierra- estaba disminuyendo. Los grandes consorcios capitaneados por Exxon Mobile reaccionaron rápidamente creando una fundación en 1981 que, a través de pseudo-científicos a sueldo, intentaron contrarrestar las advertencias de la Academia. Hasta 2007 no se comunicó en la revista Newsweek (“The Truth of Denial”) el vergonzoso, culposo e irresponsable proceder de a quienes la codicia impide ver más allá de sus beneficios inmediatos.
Pero, por fortuna, la gente ya puede expresarse y los súbditos, invisibles y obedientes, están pasando a ciudadanos capaces de participar y movilizarse, en un gran clamor popular en favor de un legado de vida digna a las generaciones venideras.
Sí: como se establece en el Manifiesto, es imprescindible una progresiva sustitución del transporte urbano actual por otro que comporte una disminución progresiva de carburantes (coches eléctricos, teleféricos, suburbanos) y sistemas de calefacción y refrigeración mediante fuentes renovables de energía.
La Unión Europea, que tan malos ejemplos está dando en los últimos años, con un acoso del neoliberalismo que ha llegado a límites inverosímiles (nombrando sin urnas a gobiernos en Italia y Grecia, cuna de la democracia), daría ahora buenas pautas a seguir por el mundo en su conjunto si tuviera en cuenta los acuerdos alcanzados por los Alcaldes Europeos, expresados en este Manifiesto. Y, con las Naciones Unidas, cuya necesaria participación se invoca justamente en el texto, catalizar un gran consenso a escala global.
¡Bravo, Alcaldesa! Como científico y ex Director General de la UNESCO, cuya sede se halla en París y que tanto ha trabajado desde los años cincuenta en los aspectos geológicos, hidrológicos, oceanográficos y , en general, de la biosfera, quiero expresarle, haciéndole extensivo a todos los Alcaldes que han suscrito el Manifiesto, mi total adhesión. Y los mejores augurios para la Cumbre que tendrá lugar en París el próximo mes de diciembre, que no debe seguir defraudando las justas expectativas de la comunidad mundial. La humanidad en su conjunto aspira a poder disfrutar, por fin, de unas condiciones de vida apropiadas.
¡Todos los Alcaldes deberían adherirse a este Manifiesto!