El jefe de la oposición y Secretario General del Partido Socialista, Pedro Sánchez, logró vencer en el cuerpo a cuerpo - durante el debate sobre el estado de la Nación- al presidente del Gobierno y del Partido Popular, Mariano Rajoy.
Desde hace mucho tiempo -y esperemos que constituya el inicio de una forma más decente de hacer política- el tan traído "y tú más" (en el cruce de acusaciones por corruptelas, mentiras y mala praxis), de nada le valió a Rajoy. El jefe de la oposición le dejó claro, y se lo dijo con voz alta, que él estaba "limpio" mientras que el presidente del Gobierno estaba directamente involucrado, por actuación o por responsabilidad, en todos los asuntos turbios de las últimas décadas del Partido Popular. A Mariano Rajoy no le quedó más remedio que derivar las acusaciones hacia otros horizontes, más al Sur, del Partido Socialista.
Mariano Rajoy perdió los nervios y los papeles, y sus argumentos, tanto en las contestaciones a Pedro Sánchez como a los líderes de UPyD e Izquierda Unida, solo sirvieron para ratificar que los españoles nos encontramos ante el presidente del Gobierno más "corto" y más nefasto de la democracia (y ya es decir).
Rajoy, sin estar presentes en el hemiciclo, ya sintió en el cogote el aliento deAlbert Rivera (Ciudadanos) y de Pablo Iglesias (Podemos) y además , por primera vez desde hace años, pudo escuchar a un jefe de la oposición, Pedro Sánchez, decirle que, contrariamente a su caso, él estaba limpio.
El Partido Popular y su presidente están tocados. Mariano Rajoy cuenta con incondicionales encantados de la vida como el diputado Vicente Martínez Pujalte, todo un fenómeno del peloteo; o el patético portavoz en el Congreso, Rafael Hernando. Pero escuchando cantos de sirena de alguno de los suyos y alejado de la realidad social de varios millones de españoles es de esperar que en la próxima legislatura tenga tiempo para dedicarse a jugar al "Candy Crush" con la irresponsable Vicepresidenta del Congreso, Celia Villalobos.