"Así pues"

No soy experto en la materia, pero basta acudir a cualquier trabajo sobre conectores o marcadores del discurso para saber que “pues” y “así pues” pertenecen a tal categoría.

El estudio de los conectores constituye uno de los centros de atención de las teorías actuales sobre la pragmática, el análisis del discurso y el análisis conversacional.

Son muchos los conectores causales del estilo de “pues” y de “así pues”: “ya que”, “puesto que”, “por eso”, “de ahí que”, “por tanto”, “por lo tanto”, “por consiguiente”, “así que”.

De todos ellos, según el trabajo realizado por Uribe Mallarino “Dos estudios sobre el conector pues”, “pues” es el conector más usado, tanto en la lengua oral como en la escrita, aunque en la oral la frecuencia de apariciones resulta ser entre cuatro y quince veces superior a todas las demás.

Son datos que, según la autora citada, no dejan de sorprender y que apuntan a que “pues” no es solo un conector causal, como se hace notar en la mayor parte de las gramáticas y libros de texto, sino que cubre una serie de funciones más amplias, sobre todo en el lenguaje coloquial.

 

Quizá una de las más características sea la de su empleo como muletilla. Cuando preguntamos “¿qué hora es?”, lo más habitual es que se demore la respuesta con un “pues” hasta echar un vistazo al reloj.

Según Uribe Mallarino, los estudios que se ocupan de las nomenclaturas de las partículas conectivas incluyen a “pues” en la categoría de las conectivas causales, que se utilizan para reforzar las conclusiones de una argumentación.

 

Dicho esto, “así pues” sirve como marcador del discurso, como conector interno, para enlazar con lo que se estaba relatando anteriormente, manifestando un carácter continuado y consecutivo respecto al argumento que precede a su ubicación.

Cuando el conector se usa correctamente, el lector, el operador, percibe el texto como un conjunto coherente y único.

“Así pues” es, en definitiva, un marcador polifuncional, consecutivo, que muestra el elemento discursivo en el que se encuentra como un consecuente de los enunciados anteriores.

El conector “así pues”, como quedó dicho, es muy utilizado en todos los ámbitos profesionales y adquiere perfiles propios en el jurídico y, especialmente, en el judicial.

En este último, el “así pues” suele utilizarse como conector entre la motivación y el fallo.

Y ello es así porque el juez no se mueve en el vacío al aplicar la norma produciendo un acto de creación, sino que la interpretación debe ser el fruto de la estimativa jurídica, manifestada a través de la motivación.

Omnia definitio in iura civiles periculosam est (toda definición en derecho es peligrosa), y por ello no la vamos a dar de la motivación, limitándonos a señalar que la motivación expresa las razones que tiene en cuenta el juzgador, que soportan la solución adoptada, y tales razones deben ajustarse a las exigencias de la lógica y del entendimiento humano.

 

Dicho esto, parece lógico pensar que cuando el juzgador utiliza el conector “así pues” para enlazar la motivación y el fallo, o lo que es lo mismo, las premisas y la conclusión, esta última debería ser deducible de aquellas, debería ser su precipitado final.

Lamentablemente, esto no es siempre así.

Tenemos ejemplos de sentencias en las que se utiliza el conector “así pues” como enlace entre la motivación y el fallo en las que, lejos de ser este la conclusión de aquella, se da una inadecuación manifiesta, de modo tal que el desenlace que el operador jurídico esperaba como consecuencia directa e inevitable de la lógica de lo razonable se ve alterado sorpresiva e irrazonablemente.

Son sentencias que violan el derecho a la tutela judicial efectiva incurriendo en arbitrariedad e incongruencia y erosionando los cimientos de la justicia, al contrariar la razón y las leyes.

 

Desconocimiento, dejadez, ligereza o una mezcla de todos ellos. Da igual.

Se truncan expectativas, se cercenan derechos, pero lo cierto es que el ámbito judicial es el único en el que los errores gravitan exclusivamente sobre quien los sufre, que a la incertidumbre, zozobra, preocupación y desencanto debe añadir cuantiosos gastos en abogados para que le sea reconocido aquello que formaba parte de su patrimonio y de lo que se ve injustamente privado.

 

 



Dejar un comentario

captcha