El paso de los días viene trayéndonos novedades. Algunas, la gravedad de la situación de la economía asturiana o el nivel de endeudamiento de nuestras instituciones las sabíamos. Pero, hasta ahora, hasta pasadas las elecciones municipales y autonómicas, el espanto no había encarnado, no habíamos visto con tanta concreción el nivel de los pufos de todas nuestras administraciones, una perindola con solo dos caras, «todos deben» y «todos hacen trampas». Ya sabíamos que Asturies debe revertir a la caja central del Estado, solo de los ejercicios del 2008 y del 2009, 759 millones, casi la cuarta parte de nuestro presupuesto anual, ahora conocemos con precisión que, salvo cinco concejos, todos los asturianos deben a Hacienda, en total de 76 millones, deuda que se viene sumar a la práctica situación de quiebra de muchos de ellos. Dos únicos ejemplos, extraídos de la Nueva España de los últimos días: el de Salas, cuya deuda supera el presupuesto anual y, especialmente, el de Mieres. En este concejo, la deuda equivale al 76% del presupuesto, ha de devolver 1,2 millones al Estado, tiene pendientes 5.000 facturas por valor de 9,8 millones y solo del agua y la basura deben 2,5.
La situación de la cabecera de la comarca de El Caudal no es única, pero sí paradigmática. Con una política demagógica, no ha querido cobrar el costo real del agua y la basura, por un lado; por otro, ha hinchado los costos del servicio, como ha hecho en todos los ámbitos, por eso ahora los gastos de personal consumen el 47 % del presupuesto.
Todos los ayuntamientos españoles usan dos pretextos para su endeudamiento. El primero es que, siendo las administraciones más próximas al ciudadano y demandándolo estos, han asumido competencias que no les eran propias y para las que no tenían financiación. El segundo, coyuntural, que han sido los «errores» de Zapatero los que les han hecho gastar de más en el 2008 y 2009. Empecemos por esta última disculpa (que ahora emplean también las autonomías y es un argumento electoral del PP y de Rajoy): todo el mundo sabía que las previsiones presupuestarias de esos dos años no se iban a cumplir, sobre todo, a partir del 2008, pero hacerse los tontos ha permitido a unos y a otros gastar descontroladamente en vísperas de elecciones, con los lemas tan españoles de «tonto el último» y «mañana, Dios dirá».
En cuanto a la primera excusa, la de asumir competencias por exigencia popular, hay que decir que nadie obligaba a hacerlo, pero, sobre todo, que no lo han hecho por una mera razón desinteresada de beneficio al pueblo, sino porque mediante la combinación del gasto irresponsable y de la expansión de la administración local han aumentado su poder, han colocado amigos y conmilitones, han obtenido votos elección tras elección. En ese sentido es el que es paradigmático el ayuntamiento de Mieres, que ha sido gobernado por el PSOE, con el apoyo de IU, desde 1979. (Y, a propósito, con el cambio radical de predilección, del PSOE a IU, ¿qué creen ustedes que ha votado el docto y sabio pueblo de Mieres? ¿Austeridad o más de lo mismo? Hágan apuestas, pero, por favor, no se hagan trampas.)
En otro orden de cosas, don Francisco Álvarez-Cascos ha hecho estos últimos días una denuncia y un anuncio. La primera, que el ancho Renfe para las mercancías en la ruta ferroviaria hacia Castilla perjudica el futuro económico de Asturies, al lastrar su incorporación a las redes de ancho europeo y al evitar la competencia entre operadores. Tiene razón en ambas cuestiones. Es más, la resolución en positivo de la conexión ferroviaria en ancho internacional y la aparición de competidores de Renfe vendría a ayudar a disolver el poderoso e inmovilista establecimiento asturiano, una de las más influyentes causas de nuestro estancamiento.
La propuesta, por el contrario, de un pleito para conseguir esos objetivos con respecto al tráfico ferroviario es peligrosa, si es que se formula en serio. En el mejor de los casos, la resolución positiva llegaría cuando la obra estuviese terminada. En el peor —lo más probable— daría lugar a la «unquerización» del problema (y sabe bastante don Francisco de situaciones de ese tipo), bien porque la UE suspendiese los fondos o porque el gobierno central, a la vista del embrollo, encontrase un pretexto para retrasar aún más las obras.
En todo caso, la amenaza pleitesca de Foro constituye un buen bárganu político, que se puede mantener permanentemente enhiesto y amenazante. Presente en las próximas Cortes el partido casquista (seguramente en menor medida de lo que ellos nagüen), tendrán un elemento negociador si son necesarios. Si no lo son, dispondrán de un elemento permanente de reivindicación y de agravio hacia los asturianos de que hacer uso.
De modo que, al margen la justeza de fondo de la cuestión, estamos, sobre todo, ante una formulación que se plantea primordialmente en el ámbito de la política, es decir, de la propaganda, de la seducción de los votantes, esto es, de lo que durante tanto tiempo recibió el nombre de «agit-prop», videlicet, de la «agitación» y la «propaganda». Que es, no lo olviden, como el de cualquier ser vivo u organización, el objetivo prioritario de todo partido político exitoso: su propia preservación y multiplicación