Parece que estábamos, a Dios gracias, equivocados, y no es la energía nuclear la única que está, como parecía, llamada a sustituir al petróleo para que la humanidad disponga de estaciones de servicio en el camino de su peregrinación hacia el futuro mejor hacia que se ha venido dirigiendo desde el principio de su historia. Parece que es algo que no entiendo todavía, pero resulta exactamente lo contrario de la fisión nuclear y consiste en integrar partículas, con definitiva exclusión del riesgo radiactivo.
Tendrá otro, ya veréis, ignoro cuál, pero sé que cada vez que en algo se inventa o se adelanta, crece a la vez que su aspecto positivo de utilidad, la sombra de algún riesgo. Así ha ocurrido hasta ahora, según empíricamente es fácil constatar e intuyo que así seguirá ocurriendo. Pero por lo menos hay alternativas esperanzadoras.
Con la economía, cada vez se perfila con mayor nitidez el hecho de que lo que hoy mismo debe la humanidad en su conjunto, no puede pagarse, ni puede pagarse lo que debe cada Estado, ni puede pagarse los que debe la administración de cada Estado. Habrá que inventar, como en el caso de la fusión para evitar fisiones, para, en este caso, evitar el caos de una quiebra sin reglas, y habrá que inventar un procedimiento, un proceso internacional que reconduzca a dinero real el exceso que de momento expresamos, contamos y medimos en dinero sólo virtual.
No puede hacerse, dirán esos jóvenes de la luz artificial, artistas, arquitectos, orfebres de la macroeconomía, todos esos que habían descubierto la pólvora, tal vez mal enseñados, mal educados, pervertidos por nuestra generación de supervivientes a aquella catástrofe que fue el siglo XX, de todas las crueldades y ahora, cuando aparecen a hacer declaraciones tranquilizadoras en la ventanilla de la TV, salen siempre en mangas de camisa y corbata de marca en cuello flojo, con las cejas muy alzadas, en pleno sobresalto y la evidencia de no saber muy bien por donde salir del embrollo, de las ruinas de Itálica.
No os preocupéis. El secreto está en seguir trabajando mientras se pueda. Para nosotros, los más viejos, es probable que sea más duro.