He leído que alguien preguntó al actor Viggo Mortensen sobre el miedo a la muerte, y el contestó: "Miedo a la muerte no, más bien rabia por los límites del tiempo, por morir antes de terminar lo que queda por hacer".
Pilar, mi madre, desde hace siete años, desgraciadamente, ya había llegado casi a esos límites del tiempo y ya, puesto que lo había hecho todo, no le quedaba nada por hacer. Fueron sus últimos años -me imagino- tiempos de sentir y de recordar más que de vivir.
Ayer se durmió definitivamente la mujer que -junto a mi padre- me dio la vida y la que más me amó en ella. Ni más ni menos que como todas las madres a sus hijos, aunque cada uno ese amor lo sintamos como único.
Estoy completamente de acuerdo con el poeta Antonio Gamoneda quien afirma que "la vida es un extraño accidente entre dos inexistencias". Mi madre casi cubrió un periodo de un siglo de ese accidente extraño y, como es normal, su luz se fue apagando con suavidad hasta llegar a agotarse. No pudo dar más de si y a mi me lo dio todo, hasta un último beso hace dos noches con motivo de mi cumpleaños.
Dijo el escritor recientemente fallecido, Gabriel García Márquez, que "la muerte es para siempre, por eso no hay nada mejor que la vida".
Mi eterno agradecimiento a Pilar, mi madre, por haberme dado la posibilidad de vivir y por su inconmensurable amor. Descansa en paz. Yo quedo, con tú entrañable recuerdo, en lista de espera.