Los ex Presidentes G. Bush padre y G. Bush hijo han dejado no sólo huellas imperecederas de incompetencia y estulticia sino, en algunos casos, como la mortífera guerra de Irak, basada en la simulación y la mentira, de una obcecación gravemente patológica.
La hegemonía de los Estados Unidos, con su Partido Republicano al frente, lo justifica todo. Ellos han sido los grandes artífices del neoliberalismo más antisocial y excluyente. A Bush padre se le debe, entre otras lindezas, que los Estados Unidos no suscribieran en 1989 el Convenio de Derechos Humanos de la Infancia. Es el único país del mundo que sigue sin aprobar y aplicar estas pautas esenciales para los cambios radicales que el mundo requiere con apremio. Y luego, paladín de las más rancias políticas del poder absoluto, favoreció a los grupos plutocráticos que han distanciado progresivamente a “Nosotros, los pueblos” de su papel crucial en el multilateralismo democrático, al tiempo que situó a la Organización Mundial del Comercio, desde el principio, fuera del ámbito de las Naciones Unidas.
De Bush hijo, la invasión de Irak, las torturas de Abu Gadib, Guantánamo… le reflejan suficientemente. Su fotografía en las Islas Azores con Tony Blair y José María Aznar quedará siempre como símbolo de uno de los grandes agravios a la humanidad en su conjunto, una auténtica ignominia. Y luego la debacle ética, ideológica, financiera, de la “crisis” del 2007… Son sólo algunos “botones de muestra”.
¿Y ahora Jeb, el hermano de George Jr., eximio Gobernador de Florida donde, por un puñado de votos dio la victoria a su hermano sobre Al Gore? No, por favor. Sería demasiado. Por cierto, sobre la amenaza que representa el Partido Republicano de los Estados Unidos, especialmente mirando las próximas elecciones, les aconsejo que lean el artículo publicado por Paul Krugman en “El País” el 11 de enero de 2015 (http://economia.elpais.com/economia/2015/01/09/actualidad/1420816051_554861.html ).