La ignorancia y la mala memoria son dos de los peores enemigos de esta humanidad mayoritariamente frívola, descreída y ciega seguidora de modas.
Pongo por ejemplo el día de hoy: DIA DE LOS SANTOS INOCENTES. Un día que dedicamos a la broma, a la risa a: “Vamos a contar mentiras tralará, vamos a contar mentiras…”
Y todos a ejercer la desternillante carcajada, a gastarnos bromas (más pesadas que ligeras): Oye, anoche se me apareció en sueños uno que le debes dinero y me dijo que te va a capar… Oye, la que enterrasteis la semana pasada no era tu suegra, la que te daba en la cabeza con el mazo de amasar, pues acabo de verla vivita y coleando camino de tu casa… Oye, acabo de ver cómo te robaban el coche nuevo que habías aparcado en tu calle…
Bromas, bromas, bromas, y muchas de ellas de mal gusto, cuando no crueles y perjudiciales.
¿Pero a santo de qué todo este jolgorio, señores? ¿Han echado una mirada a la Historia Universal? ¿Se han enterado de que tal día como hoy un maldito asesino llamado Herodes, con la intención de quitar de en medio al niño que creían sería con el tiempo rey de los judíos ordenó matar a todos los niños menores de dos años existentes en Belén y alrededores (también, para engrosar su enorme suma de maldades ese sanguinario se cargó a varios miembros de su familia: concretamente a su mujer y sus dos hijos)?
¿Saben qué dijo de él el emperador Augusto? Dijo: “Es mejor ser un perro de Herodes, que ser uno de sus hijos”.
—¡Vamos, vamos, vamos! —grito yo indignado—. ¡Seamos más serios y gastémonos bromas cualquier día que no sea precisamente hoy, porque hoy es una broma de muy mal gusto gastar bromas!
Me temo que muchos creerán que este escrito mío es una broma.