Para los que todavía creen en los reyes magos


(¡jajajaja! la carcajada es obra del escéptico que me ha contado este cuento)

iban los reyes magos camino de Belén cargados hasta las barbas de promesas. teniendo en cuenta a quién querían visitar y lo que aquel niño, de mayor representaría, las promesas eran increíbles: convertir a los pobres en ricos, a los sordos en oyentes, a los ciegos en videntes, a los muertos en resucitados, y no sigo para no cansar. en esto que los reyes se encontraron con una montaña colosal, tan colosal que los acojonó un poco.

—no podemos subirla —dijo el pesimista gaspar.

—sí podemos —dijo el optimista melchor.

—pues la vamos a subir porque somos los mejores de los mejores —dijo baltasar el más decidido de los tres.

y sacrificando la vida de los desdichados camellos consiguieron llegar a lo alto de la montaña donde encontraron un precipicio por el que se cayeron irremediablemente y todavía les están buscando.



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