¿Aló, Raúl?

De esta historia – la cubana castrista – sé en demasía. Escribí  docenas de cuartillas vivenciales.  Entre ellas una carta pública a Fidel después que sus esbirros me sacaran del “Hotel Habana Libre” – menudo pleonasmo -  empujándome a una celda en la zona de Miramar. Al día siguiente fui expulsado de la isla que se muerde la cola. 

 

Hoy, aún así, y con algo de rabia - ¿terminará el dictador de barba bermeja elevado a los altares de la democracia? -  tras la charla telefónica de Raúl Castro y  Barack Obama, se cerrará el acuerdo por el que ambos países se han comprometido a iniciar un diálogo para restablecer sus relaciones diplomáticas.

 

Es cierto: el embargo no ha servido de nada. Bueno, algo sí: atornillar al dictador más viejo de América Latina, el mismo que superó en  varias cabezas a “Tirano Banderas”.

 

Los informativos lo dicen – los medios cuentan hechos, nunca verdades-: la decisión de Barack Obama de restablecer las relaciones con Cuba es la mejor noticia que se ha producido en este final de 2014.

 

Siento pena y a la vez rabia contenida y,  aún así, no había sobre el horizonte caribeño otra salida. Al final perdió la cólera y ganó una especie de sentido común.

 

Esta es quizá la mejor solución. El Malecón habanero está de coña.

 

- ¿Cómo te llamo ahora: señor o compañero?

 

- Don Malecón,  al tener en mis huesos de piedra y viento caribeño más tiempo de vida como señor que como compañero.

 

Es cierto.  Aún siendo casi eternos esos tentáculos y barrotes en la cárcel  más espaciosa del Caribe, aparecerá por el horizonte de los sueños y anhelos un vientecillo envuelto en gardenias, hojas de menta, limón y botella de ron -  esencias del  mojito – y la vida - ¿y qué es eso, la vida? -  renacerá tras los versos de Dulce María Loynaz: “Si no existieras yo te inventaría, mi ciudad de La Habana”.

 

 Después de todo, o quizás debido a ello, más vale tarde que nunca, dice el proverbio popular. Han sido 53 años sin relaciones diplomáticas entre ambas naciones, pero el embargo es anterior ya que fue impuesto por Estados Unidos en octubre de 1960.  Acaba de cumplir 54 años.

 

Raúl Castro al saludar la decisión pidió el cese del bloqueo y reiteró que "pese a las dificultades" lleva adelante una actualización del modelo económico, que no es otra cosa que un regreso al capitalismo. En opinión de algunos analistas, “las dificultades” tienen nombre y apellido: Fidel Castro.

 

Un diario de Caracas – “Tal Cual”, todo un muro contra el régimen venezolano de Nicolás Maduro-, decía a las pocas horas del acontecimiento: “Si se concreta el levantamiento del bloqueo quedaría la asignatura pendiente de que Cuba se convierta en un país democrático, pues en la actualidad es la única dictadura del continente. Creemos que a esa condición no se llegará con la velocidad que muchos quisiéramos, pero todos deberíamos colaborar, en la medida de las posibilidades de cada uno, en que la democracia se concrete. El pueblo cubano se lo merece”.

 

Así es. Más claro ni el agua de Borines. Uno,  que ha sido en cierta forma partidario del embargo, hoy digo que ya está bien. La acción tomada es la mejor. En el horizonte no había otra.

 

Claro, no todo sucederá de la noche a la mañana, pero se ha dado el primer paso, la llave que abre la puerta. Después hay que entrar en la casa y ver como se encuentra. No se necesita inventar, lo sabemos: Cuba se halla en ruinas materiales y morales. Ha sufrido demasiado ese pueblo bueno igual  al pan y sabrosón como el aceite. 

 

El “Aló, Raúl” de Obama desde su oficina oval allá en Washington, es noticia asombrosa. Detrás, se nos dice, estuvo el Papa Francisco, ese cura máximo amante del tango y bebedor de mate. Ahora, un esfuerzo en favor de Venezuela.


“¡Ándele, Santidad!”, el pueblo de Bolívar  sufre, espera y anhela un cambio político que le haga elevarse de su profundo y amargo  letargo.



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