No corren buenos vientos para el nuevo Secretario General del PSOE, arrecian las críticas por parte de sus propios correligionarios y eso no es buena señal. Sus gestos, entre arrogantes y prepotentes tampoco ayudan y todos coinciden en que serán los resultados de las próximas elecciones municipales las que aclaren las dudas sobre el futuro de Pedro Sánchez. Tanto el desprecio como la permanente descalificación hacia Podemos se consideran desacertados por muchos dirigentes socialistas y presumir de liderazgo, otro tanto de los mismo. Cuando se va sobrado de fechada y escaso de talento, es difícil convencer. Demasiadas las necedades y desporpósitos cometidos desde que accedió al cargo.
Con el paso del tiempo, todo parece indicar que la estrategia de Susana Díaz tiene un calado mucho más profundo de lo imaginado, consistente en ir desprestigiando paulatinamente al superficial Sánchez a quien le encanta la popularidad, aparecer en los medios y ejercer de abrazafarolas. En efecto, ha logrado cierta sintonía generacional con el Rey y no ser mal visto en ciertos organismos, pero eso no es suficiente.
Barones y responsables del PSOE saben que actualmente el partido no goza del prestigio ni la popularidad necesaria, que no van bien y son sensiblemente maltratados por las encuestas. Con un 20% de intención de voto es imposible ganar unas elecciones generales. Acusan de frivolidad e inconsistencia a su secretario general, si bien, posiblemente, el verdadero impedimento sea que Sánchez no de más de si, lo que le induce a cometer errores con excesiva frecuencia. Es incapaz de aglutinar al socialismo e intenta lograr lo que en su día consiguió Felipe González, algo jamás alcanzable para este político.
Las distintas corrientes socialistas, por razones no excesivamente claras, se vincularon para evitar el triunfo de Madina, lo que se consiguió sin grandes dificultades pero con la fatalidad de que el vencedor, tampoco ha resultado ser la persona más idónea. Para la sociedad en general fue la presidenta de la Comunidad Andaluza la urdidora del triunfo de Sánchez como secretario general, pero no como candidato a la Moncloa, con lo cual el enfrentamiento ya está servido.
Con tal estado de cosas, se impone averigüar hasta que punto Pedro Sánchez es capaz de prosperar sin el apoyo de Díaz. El líder socialista ya está propalando a los cuatro vientos que no le preocupa la opinión de la presidenta andaluza. Tal situación no tardará en generar problemas internos que terminarán dañando la imagen del partido, lo suficientemente tocado por el continuo desgaste de Podemos.
Recordemos que Sánchez, aunque se comprometió a celebrar primarias para la elección de candidato a la Moncloa, no desperdicia ninguna oportunidad presentándose como el futuro presidente del Gobierno, dando a entender que ya no se necesitan elecciones ni existirán rivales a pesar de la citada promesa, claro que también cabe la posibilidad de que se la propia Susana quien le recuerde el compromiso asumido, directamente o a través de terceras personas. Nadie sabe que nos deparará el año 2015, pero si este es el lider llamado a recuperar el prestigio socialista, aviados están militantes, votantes y simpatizantes...¡¡Tiempo al tiempo!!