Hoy se cumple el 66 aniversario del lanzamiento de la primera bomba atómica. Lo hicieron los norteamericanos capitaneados por el presidente Harry Truman sobre la ciudad japonesa de Hiroshima causando 150.000 muertos al instante y 350.000 como consecuencia de las secuelas. Es un aniversario que recae sobre un Japón de  nuevo afectado por lo nuclear aunque en esta ocasión debido  a causas de las fuerzas naturales que desataron un terremoto con tsunami incluido que les llevó a un nuevo desastre. La emergía nuclear con fines pacíficos abastece de electricidad a gran parte del mundo occidental, incluida España. Limpia, rentable pero imprevisible. En todo caso la energía atómica -varios países poseen ya capacidad nuclear- puede suponer, si la sensatez no impera en la sociedad doliente, el fin de la misma.

Aunque entonces hace 66 años, tal día como hoy, la II guerra mundial estaba camino de su fin con la derrota del eje Berlín-Roma-Tokio-, yo nací en la clínica San Cosmen de Oviedo, sita en la esquina de la calle Asturias con Marqués de Teverga. Supongo, era entonces muy pequeño, que el Oviedo de nuestros amores era muy distinto al actual con todas sus calles peatonales que apenas había aún coches que circulasen por ellas. Un buen día ese excelente investigador que es Pedro Cortés, cronista oficial del Centro Asturiano de Oviedo, me dio una fotocopia de un periódico local donde se registraban los nacimientos de aquel histórico día. Fuimos 4 los nuevos ovetense que vinimos al mundo en aquella difícil época de la posguerra. ¿Que habrá sido de ellos?. ¿?Vivirán?. ¿Se habrán abierto futuro en nuestra ciudad o habrán tenido que emigrar?. Quien lo sabe; solo que al final todos nos encontraremos en el valle de Josefá desprovistos de oropeles y vanidades, como debe de ser.

Cuando se llega a celebrar estos aniversarios es cuando empiezas a darte cuenta de lo rápido que pasa el tiempo. Este sábado se celebró la 55 edición del descenso internacional en piragüa del río Sella y también la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias celebró en Gijón el 200 aniversario del regreso a la villa de Melchor Gaspar de Jovellanos. La banda municipal interpretó ante la estatua del patricio gijonés “la marcha cívica de Jovellanos” -la que escucha en alguno de sus momentos libres Francisco Alvarez-Cascos- compuesta para este día por el músico y compositor gijonés Vicente Cueva Díaz.

Mientras, en Oviedo, turistas y los restaurantes con aceptable ocupación.  El alcalde Gabino de Lorenzo se ha convertido en un negociador sorprendente. No toma decisión alguna sino la aprueba la oposición. Como Roberto Sánchez Ramos está de vacaciones hoy debutó como casamentero su compañero de IU-Los Verdes Emilio Huerta“Triqui” más elegante, incluso, que los propios novios. El recién aterrizado concejal popular Jon Pando -encargado de parques y jardines así como de la cosa institucional- se queda definitivamente en la capital asturiana aunque estoy seguro que añorará Florida (Estados Unidos) donde residió desde su más tierna infancia. Es uno de los concejales liberados y esta temporada se dedica a patear la ciudad para conocer los parques y jardines bajo su responsabilidad y hacerse una idea in situ de las necesidades de estas zonas públicas. Mientras, el líder de Foro Asturias Arturo González González de Mesa no pierde el tiempo y ha fichado un jefe de prensa para su grupo municipal. Con los pocos metros cuadrados que les ha dado el alcalde no se donde va a meterlo. Se trata del periodista Pedro Ramos que estuvo en La Nueva España y durante algunas temporadas siguió a Fernando Alonso por esos circuitos de dios como destacado cronista de la Fórmula 1. Le deseo suerte. Es un buen profesional y mejor persona.

También anduvo un par de días por la capital el hermano de Alfredo Pérez Rubalcaba, Alejandro, en compañía de la familia y camino de Llanes -”Muchos ya consideran a mi hermano más asturiano que cántabro” comentó al camarero que le sirvió la cena en un céntrico establecimiento de la ciudad- Con buen humor no exento de sorna comentó también que a él le gustaba que le llamasen Alejandro o Pérez “para que no me confundan con mi hermano. Ahora que trabaje, que le ha llegado por fin su hora“.” Por quien no preguntó, no, fue por el delegado del Gobierno Antonio Trevín, cosa rara