Güevos, webos, huevos. La semejanza no es solo fonética, a pesar de las diferencias tipográficas, existen más similitudes que nos parece interesante resaltar.
Güevos es el plural de güevu que en asturiano designa el producto de la gallina. Pero también se utiliza como expresión común para enfatizar una decisión (“por güevos”, porque sí), para dar cuenta de la intensidad de la resistencia (“tar a puru güevu”, aguantar, resistir), o para mostrar enojo (“tar de güevu revueltu”, estar enfadado).
Webos (web operating system), es un sistema operativo vía web, que no necesita de un hardware para ejecutarse, sino que se ejecuta vía internet.
Huevos es la versión castellana de güevos.
¿Qué similitudes, además de las fonéticas, existen entre huevos, güevos y webos?
Muy evidentes. Los huevos son uno de los productos más consumidos en el mundo, y el webos es uno de los sistemas operativos más utilizado por los internautas. A ambos términos los une la intensidad de su uso. Al margen de esta circunstancia, es la fonética el vínculo que los entrelaza.
Dejando al margen este recurso dialéctico utilizado como mero reclamo literario, el propósito de este artículo es dar cuenta de las múltiples formas de preparar los huevos, y en especial, en su presentación más común: huevos fritos.
Los huevos fritos han sido calificados como un símbolo, con un alcance similar al que tiene la tortilla. En fusión con el aceite de oliva conforman nuestra identidad nacional culinaria.
No es fácil freír un huevo, aunque a veces se utilice esta expresión para ridiculizar las aptitudes y disposiciones culinarias del cónyuge o de la pareja: ¡¡¡no sabe ni freír un huevo!!!
Alguna dificultad tendrá el asunto cuando los grandes maestros de la cocina suelen decir que un buen cocinero lo es cuando supera el examen de freír bien un huevo.
Pero, ¿cómo se consigue un buen huevo frito?
Simona Ortega, en su libro “1080 recetas de cocina” nos muestra los pasos a seguir para conseguir un resultado excelente:
- Si son varios, freírlos de uno en uno en sartén pequeña con aceite muy abundante.
- Cuando el aceite comienza a echar humo, se echa el huevo previamente cascado en una taza.
- Con la espumadera se va vertiendo aceite por encima.
- Cuando el huevo queda suelto y flotando en la sartén, se saca con la espumadera, quedando a punto de servir.
- Se deben salar los huevos después de sacarlos del aceite ya que en otro caso, saltaría y podría quemar.
Junto a esta receta tradicional no podríamos dejar de aludir a la patrocinada por el gran maestro Ferrán Adría, que, obviamente, también la tiene en relación a este tradicional plato.
En el libro “70 recetas muy personales” incluye la receta “El huevo frito soñado”. A saber:
“Ingredientes: 2 huevos, aceite de oliva y sal.
Preparación:
- A uno de los huevos le quito la yema y frío sólo la clara en una sartén con el suficiente aceite de oliva para que no toque el fondo y se pegue. La dejo que fría bien hasta que salgan puntillitas.
- Lo pongo sobre un plato y ahora hago lo contrario con el otro huevo; le quito la clara y frío sólo la yema, pero muy poquito, sólo lo justo para que coja color.
- Esta yema la coloco sobre la clara anterior y así consigo el huevo frito soñado por muchos”.
Indudablemente, sobre este sabroso bocado, pesa una leyenda negra: ¡engorda!.
¿Es esto así?.
Sí, pero no tanto.
El huevo frito es un alimento contundente, quizá no tanto por su valor calórico individualmente considerado, sino porque normalmente se acompaña de una generosa ración de pan. Ambos ingredientes combinados, sumados al aceite de la fritura, arrojan unas nada despreciables kilocalorías.
Pero solo el huevo frito, dependiendo de su tamaño, puede oscilar entre las 150 y las 200 calorías. Realmente, nada alarmante.
Ahora bien, para los asiduos a los huevos fritos, el recetario tradicional ofrece una solución intermedia: freírlos en agua. Sí, sí, en agua. Veamos cómo.
Se sacan los huevos de la nevera un buen rato antes. Se pone el agua a hervir en una sartén y se echa una gota de vinagre. Se rompen los huevos con firmeza no exenta de cuidado sobre el borde de la sartén o sobre el canto del plato. Se deposita el huevo sobre el agua a punto de hervir. Se pone la sal que se desee. El huevo se puede retirar tan pronto como se haya frito la clara, antes, incluso, de que empiece a dorarse, o bien, se puede esperar un poco más e incluso darle la vuelta al huevo durante el proceso para asegurarse de que la yema quede sólida o semisólida.
Guëvos, webos, huevos, tan cercanos fonéticamente y tan distintos en contenidos y matices.