Después de Iguala, México debe cambiar. Por ello, como un mexicano más, me sumo al clamor ciudadano que exige justicia.
Como padre de familia, comparto el dolor, la angustia y la incertidumbre de las familias de las víctimas.
Como ciudadano mexicano, comparto también la exigencia de justicia de la sociedad entera. No pueden quedar impunes estos actos de barbarie.
Y como Presidente de la República, asumo la responsabilidad de encabezar todos los esfuerzos necesarios, para liberar a México de la criminalidad; para combatir la corrupción y la impunidad. En suma, construir un pleno Estado de Derecho.
Convencido de ello, he decidido impulsar cambios de fondo, que permitan mejorar la seguridad, la justicia y el Estado de Derecho en México. Frente a las circunstancias que nos han tocado vivir, demostremos, una vez más, la unidad, el carácter y la determinación de los mexicanos.