¡Cómo se nota cuando un poderoso pasa a la jubilación!. Hasta mejora su rostro; vamos, que rejuvenece. Digo esto viendo a Juan Carlos I departir con Fernando Alonso en Abu Dhabi. Desde que dejó la jefatura del Estado Juan Carlos de Borbón ha rejuvenecido. Todo lo contrario que el ex político asturiano Gerardo Iglesias a quien vi ayer muy acabado en el programa de “Salvados”, entrevistado por Jordi Evola. Cierto que ya cumplió los 70 y que arrastra importantes secuelas físicas del accidente que tuvo en Polio cuando regresó a la mina tras dejar la política. Tiene reconocida una incapacidad permanente y cada poco ha de acudir la Unidad del Dolor. Vive en la zona de La Bolgachina en Oviedo y con buen tiempo pasea meditabundo por el parque de Invierno.
Noté a Jordi Evola incómodo en la entrevista, sin garra en la misma, pero Gerardo Iglesias, como no podía ser de otra manera, fue coherente con sus respuestas, algunas de ellas llenas de amarga ironía. Reconoció que nunca metió la mano, que ahora, sí, solo tiene una mano atrás y otra delante, con un hijo en el paro y el otro luchando por subsistir y que, por supuesto, es antisistema, de este sistema. No se anduvo por las ramas a la hora de calificar como casta farandulera a los que cada año acuden al Teatro Campoamor para asistir a la entrega de los premios Principe de Asturias mientras el pueblo reprimido protesta frente al teatro. No citó, yo lo esperaba, el lío de José Angel Fernández Villa, ni tampoco mencionó para nada a Santiago Carrillo.
Gerardo Iglesias tampoco habló de su libro sobre los guerrilleros -tenía un ejemplar ante él en la mesa- porque el entrevistador tampoco le dio pié. Eso sí, hablo con cierto desprecio de la medalla de plata de Asturias que le concedió en su día el gobierno de Francisco Alvarez-Cascos aunque sí obvió su buena amistad con el hoy presidente de Foro Asturias. Vamos, que a estas alturas de la película Gerardo Iglesias está de vuelta de vanidades, políticas y demás. Me resultó entrañable verle a través de la pequeña pantalla. No siempre, por fortuna, estos personajes auténticos, con los que podrás estar o no de acuerdo, consiguen la audiencia de un “Pequeño Nicolás” o de un Pablo Iglesias emergente pero han pasado por la cárcel, combatieron la dictadura de Franco y han dejado el pellejo en defensa de unas ideas al servicio de la izquierda purista. Ser comunista ayer, hoy y mañana, sigue teniendo su precio.
Por fin salió la sentencia sobre el carbón de mina de La Camocha. Y me ha gustado la reacción de uno de los condenados, el ex consejero del Principado y ex gerente de la compañía minera Víctor Zapico, organizando una rueda de prensa y dando la cara para defender su inocencia y, por tanto, mostrándose discrepante con la sentencia que le marca 9 años de cárcel y 17 millones de euros de sanción. En esta vida no hay nada mejor que dar la cara. Además Víctor Zapico defendió, sin exculparle, la figura de José Angel Fernández Villa. “¿Que hubiera sido de las comarcas mineras sin él?” se pregunto. La izquierda está en entredicho y no se aclarará el panorama hasta mayo próximo. Las encuestas que se vienen manejando y que ya colocan a “Podemos” a la cabeza del desfile de la victoria huelen a la manipulación del miedo, cocinadas, seguro, por la derecha o por el bipartidismo. Desde los laboratorios del poder siguen creyéndonos tontos a los ciudadanos de a pié. Así les va a a ir como no cambien.