Por mucho que les pese a los partidos tradicionales, desde la irrupción de Podemos en la vida política española es esa formación quién está marcando la agenda de nuestros representantes y quien, con sus propuestas, está promoviendo toda una serie de cambios impensables un año atrás.
El nerviosismo es evidente y masivo, y afecta a los propios partidos, a los diversos estamentos , a los poderes facticos y a los financieros, que venían haciendo las "cosas a su modo" por no tener una competencia que pusiera en peligro sus "status quo".
Hasta la irrupción de Podemos todos, con la connivencia de todos, guardaron durante tres décadas sus miserias bajo las alfombras en la confianza que nadie las levantaría. Un ejemplo repetitivo de ello aún está caliente con el paripé de transparencia que ayer acordaron el Partido Popular y el Partido Socialista en relación con la justificación y publicación de los gastos de viajes de diputados y senadores en razón al desarrollo de su trabajo.
El resto de los grupos de la oposición en el Congreso creen insuficiente y oscurantista este acuerdo, y el Partido Popular y el Partido Socialista vuelven a alejarse de la demanda ciudadana (y más que se van a alejar cuando salgan los datos de los viajes de los diputados y senadores del PP relacionados con "Viajes Pasadena" en la instrucción de la trama Gürtel) ayudando con sus hechos al aumento de la pérdida de confianza de los votantes. Así, Podemos, sigue ganando terreno y su despegue en las encuestas es imparable.
Tiene razón el poeta y periodista malagueño, Manuel Alcántara, cuando acaba uno de sus brillantes artículos diciendo: "Quienes están obsesionados por el auge de Podemos debían reflexionar, si saben y si pueden".
Si los partidos tradicionales no reflexionan sobre lo que les está demandando la ciudadania, que se pongan en la fila, alguien les marcará el paso.