Me comentan que estos días, destacados miembros de la Conferencia Episcopal Española alarmados por las informaciones que están transmitiendo los científicos responsables de la misión Rosetta, están reunidos en rezo continuo con el fin de que el módulo Philae, al que momentáneamente se le han acabado las baterías, no logre -aún cuando el cometa que en el que reposa se acerque más al sol- que éstas se recarguen para poder seguir transmitiendo datos que puedan ser decisivos en la aproximación al conocimiento de los orígenes del sistema solar y el origen del agua y la vida en la tierra.
A la Conferencia Episcopal le preocupa la recarga de las baterías porque les obligaría, por enésima vez, al cambio de discurso y a adaptarse a la realidad científica en contraposición a sus interesadas teorías. No obstante, a los científicos de la misión Rosetta habría que aconsejarles prudencia, no vaya a ser que les ocurra igual que a su predecesor en esto de buscar la verdad por medio de la ciencia y no de la fe, Galileo Galilei, y por una cuestión de baterías les condenen a la hoguera.